Y seguimos con este magnífico libro de Jean
François Revel, Editorial PLAZA & JANES, S.A., Abril
1976, 259 páginas.
Como ya hemos dicho varias veces, Jean-François Revel estuvo afiliado al
partido comunista francés. Fue otro desencantado del comunismo.
Hablando de los regímenes autoritarios y
totalitarios, como es el comunismo, nos dice Revel en las páginas 24 a 26:
“Los
poderes totalitarios prohíben tanto a sus ciudadanos viajar por donde quieran,
como a los extranjeros moverse libremente por su territorio. Puesto que la información ha
sido sustituida totalmente por la propaganda, a los habitantes de los países totalitarios les resulta
imposible conservar o imaginar siquiera la imagen de una sociedad que pueda
oponerse a la suya. Se debilitan sus facultades, no ya de pensar, sino incluso de soñar. Machacadas por la propaganda
política y anémica a causa del aislamiento cultural, sufren la amputación o sólo de
su rama nostálgica, sino incluso de su rama utópica. Estos pueblos no pueden ya
imaginar el pasado ni el futuro.
Hasta el
presente no ha podido comprobarse ningún hecho que justifique la esperanza que
funda incansablemente la izquierda
liberal en una evolución de los comunistas hacia una democracia pluralista y
una aceptación de la ‘alternativa en el poder’, es decir, el compromiso a
dejarse desposeer de él por una votación en regla, llegado el caso.
La particularidad
distintiva del régimen comunista, su definición, su razón de ser, consiste en
destruir las condiciones de su posible revisión, es decir, quitar tanto a las
masas como a la minoría dirigente la ocasión de rectificar, una vez pasado el
momento inicial en el que se constituyó el régimen. El comunismo no tendría
razón de ser si, al término de una ‘franca y cordial discusión’ con
interlocutores liberales, tolerara agregar al sistema un pequeño codicilo en el
que se estipulara que se admitirá el pluralismo y, si tal es el deseo de la
mayoría de los ciudadanos, se abandonará el poder una vez conquistado. El
comunismo de Gobierno que suscribiera semejante cláusula, actuaría de manera
tan contraria a su naturaleza, como el presidente de una multinacional
capitalista que diera a sus competidores el derecho a expropiarlo en cualquier
momento. Por cierto que éste es el motivo por el cual han sido rechazadas todas
las liberalizaciones en los países comunistas. Es la lógica del sistema.
En
efecto, lo que caracteriza a los sistemas democráticos pluralistas fundados en
el sufragio es que los errores de dirección son pagados, en principio, por el Gobierno, mientras que en los sistemas
comunistas son pagados por el pueblo. Con
ello no quiero decir que en las democracias no pague el pueblo, por desgracia,
las consecuencias de los errores cometidos por los Gobiernos. De todos modos,
la sanción, prevista por el sistema, para el fracaso de una política, es la
sustitución, en el poder, de una mayoría por otra. Por el contrario, la
reacción del comunismo al término de un período de fracasos, aunque pueda haber
destituciones individuales en el seno de la oligarquía, será reforzar el
control del pueblo ejercido por esa oligarquía. Es lo que, en la jerga
estaliniana, se llama ‘normalización’”
Nota.- Lo destacado en rojo es nuestro.
Continuará.
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