Esa inmensa ciudadanía (¿y la
aldeanería?) que han concedido en su día su voto a este impresentable Pedro
Sánchez, creyeron que detrás de aquellas palabras y demás sutiles mensajes con
aquello del talante, apertura, modernización y demás tópicos típicos del
pensamiento fósil y disecado sobre el que descansa la izquierda , vendrían
tiempos mejores. El resultado ya lo sabemos. No hace falta comentar nada. Y,
sin embargo, ahí lo tienen.
Gracias al “pueblo soberano”,
con hablar, hablar y hablar, es suficiente para conseguir la captura del voto.
Aquello de que para hablar poco es necesario pensar mucho, no le importa en
absoluto a este sujeto maquiavélico. Con captar pensamientos, voluntades, votos
y lo que sea, ya duerme tranquilo ¿Entienden?
A ese palabrerío que muestra,
al igual que el de sus “ad láteres”, une una dosis de cinismo fuera de lo
común. Así, la crisis que siempre ha negado con ocultamientos,
“maquillamientos”, omisiones, etc, llamando catastrofistas a quienes la denunciaban
y ponían en conocimiento de la ciudadanía (y de la aldeanería), se ha
convertido en una temible recesión, con la que a muchos españoles se les han
subido los testes a la úvula, parafraseando al genial Jaime de Campmany.
Pero él sigue en sus treces. Lo
que le interesa es crear una opinión pública a su favor, aunque haya que forzar
las cosas, aunque haya que amedrentar, e incluso coaccionar, además de
hipnotizar el inconsciente subconsciente del “pueblo soberano”.
Por otra parte, no le importa
que el panorama cultural español sea poco menos que deprimente. Los datos son
alarmantes: cuatro de cada diez españoles no leen NUNCA,
ocupando España el penúltimo lugar de Europa, por delante de Portugal.
Algo es algo.
En una palabra: somos el
pueblo europeo más inculto y hemos pasado del estadio analfabeto y ágrafo, al
del audiovisual, que es el encargado por esta máquina maquiavélica de
manipular, tergiversar, engañar, mentir, distorsionar, odiar, etc, con tal de
conservarse en el poder.
Los votantes de este inepto
sujeto ignoran, o no hacen caso del asunto de la economía. Tanto la Unión
Europea, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, además de otros
organismos, nos están diciendo que se aproxima una nueva crisis, cuyo alcance
se desconoce.
Ahí está el dato de la deuda
pública: cada persona española debe 32.000 euros por mor de financiar las políticas
de “Su Sanchidad”.
Moraleja: con una crisis a la
vuelta de la esquina se debería pensar a quién se vota. Pero es igual, oiga, se
vota de nuevo al “gran timonel”, y asunto concluido.
Para eso están la demagogia,
la logomaquia y el populismo: para encandilar al “pueblo soberano”, oiga. Con el “furbo” y los “famosos”
del “Ente”, ya tenemos bastante. Somos incapaces de corregir nuestros errores.
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