martes, 29 de agosto de 2023

Religión cristiana, perseguida y odiada ( I I )


 

Como decíamos en la anterior entrega, vamos a comentar y transcribir palabras y frases de líderes socialistas y comunistas, así como de republicanos de pro.

Previamente, cuando se celebró en Gijón en setiembre de 1902 el VI Congreso del PSOE, el marxistizado líder del partido, Pablo iglesias, decía:

 “Nosotros vamos más lejos que los radicales burgueses. Queremos la muerte de la Iglesia. Queremos que desaparezcan los curas y frailes”.

 Curiosamente, el periódico “El Socialista”, de fecha 12 de mayo de 1931 editaba la portada que se ve. Los incendios de iglesias y demás, eran “insensatas provocaciones de los monárquicos”. Sin comentarios.

 


Sobre este tema de sangrientos sucesos e incendios, comentaba el comunista Maximiliano Álvarez Suárez en su obra “Sangre de Octubre UHP (episodios de la revolución de Asturias”), Editorial Cenit, Madrid, 1936, página 147:

 “Si perdemos, ¡que se joda la Universidad! Y si ganamos, ¿para qué queremos sus textos?”

 Sobre la Constitución republicana de 1931, Niceto Alcalá Zamora decía que “se hizo una Constitución que invitaba a la guerra civil”.

 Ortega y Gasset, más contundente, escribía: “Esa tan certera Constitución ha sido mechada con unos cuantos cartuchos detonantes introducidos arbitrariamente en ella. El artículo donde legisla sobre la Iglesia es un ejemplo de aquellos cartuchos”.

Indalecio Prieto decía de la República: “El anticlericalismo constituía el único bagaje de sectores republicanos muy densos”.

 Miguel Maura tampoco se quedaba atrás: “República era sinónimo de laicismo integral, y dada la realidad española, ello equivalía a la persecución religiosa”. Este mismo personaje cuenta un episodio que refleja la situación en los primeros días de la República:

 “Al proclamarse la república, recibí- cuando hacía unas horas que estaba en el ministerio de la Gobernación- un telegrama del alcalde de un pueblo cuyo nombre no hace al caso: Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación. Madrid. Proclamada la república diga qué hacemos con el cura”.

El general González Caminero, gobernador militar de Málaga, envió al ministro de la guerra el siguiente telegrama: Hoy ha comenzado la quema de conventos. Mañana continuará”.

Alejandro Lerroux, que fue Ministro de Estado y Presidente del Consejo de Ministros durante cierto tiempo en aquellos años de la  I I República, decía ya en 1906:

«Jóvenes bárbaros de hoy, entrad a saco en la civilización decadente y miserable de este país sin ventura. Destruid sus templos, acabad con sus dioses, alzad el velo de las novicias y elevadlas a la categoría de madres para virilizar la especie. Entrad en los registros de la propiedad y haced hogueras con sus papeles para purificar la infame organización social. No os detengáis ni ante los sepulcros ni ante los altares. Destruid la Iglesia. Luchad, matad».

Continuará.



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