Desde
1982, como ya hemos dicho varias veces, España ha sufrido una fragmentación que
nos ha llevado a la actual situación crítica originada por la incoherencia, y a
veces por la oposición, entre los diferentes organismos e instituciones, ya
sean estatales, regionales o locales. Y precisamente por esta circunstancia de
la fragmentación, el gobierno se ha visto rebasado, dejando sus funciones y
responsabilidades en manos de esos “líderes de laboratorio”, a los que ya hemos
hecho referencia en otra ocasión.
Bajo el pretexto, falso muchas veces, de atender a los derechos civiles y sociales de las personas, el aparato gubernamental experimentó una expansión y un crecimiento gigantescos, originando unos gastos “elefantásticos”, que nos han llevado a la terrible situación económica actual.
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