Como decíamos en la anterior entrega, vamos a ver qué
decía Lerroux, nada sospechoso de fascista, pocos días antes de celebrarse las
elecciones de febrero:
“España tiene planteado un problema que no es de régimen, sino de
ser o no ser. Vamos unidos con nuestros adversarios, porque coincidimos con
ellos en la defensa del patrimonio histórico y de todo lo que nos liga al
mundo civilizado . . .Prefiero a una República demagógica y comunista, una
República liberal y cristiana” (“España en llamas 1936”, autor
Bernardo Gil Muguruza, Ediciones Acervo, 1968, página 48).
En este mismo libro, y en la página 50 se lee:
“Cada vez más , Largo Caballero se manifiesta como el hombre de la
revolución que iba en ascenso. Desde el 6 de abril, tenía su periódico, Claridad,
periódico de la tarde . . . Tenía sus tropas de choque, las Juventudes
Socialistas. El 1 de mayo, en ocasión del gran desfile obrero . . . las
Juventudes Socialistas uniformadas, con el puño levantado, gritaron las
consignas de un ‘gobierno obrero’ y de un ‘ejército rojo’ . . .En cada
discurso, en cada artículo, Largo Caballero repetía machaconamente la misma
afirmación: ‘la revolución que queremos sólo puede hacerse con la violencia’ .
. . Se declaró en favor de la ‘dictadura del proletariado’ que, a su juicio,
habría de ejercerse no por intermedio de los soviets – cualquiera que sea
el nombre que se les dé – sino por y a través del partido socialista. Él y sus
partidarios aguardaban a que los republicanos diesen pruebas de su incapacidad
para resolver los problemas de España, para tomar el poder”.
En la misma página se transcribe parte de una alocución de Álvarez del Vayo a
las Juventudes Socialistas reunidas en el Gran Price de Barcelona en marzo de
1936:
“Durante las primera semanas el Gobierno ha procedido con lentitud, por lo
que ha sido forzoso quemar La Nación y algunas iglesias de
Madrid para acelerar el ritmo hacia el cumplimiento del pacto electoral”.
Pero, claro, oiga, aún siguen por ahí “historieteros” de tres al cuarto y
pedantes infumables marxistas, diciendo que los desmanes de aquellos días
eran “obra de incontrolados”, además de estar auspiciados “por
la oligarquía para desestabilizar la república”.
En la próxima entrega veremos lo que comentaba Miguel de Unamuno en el
periódico Ahora el 3 de julio de 1936.
¿Figurará
algo de esto en la “memoria democrática” de “Su Sanchidad” y de Sor Yolanda?
Continuará.
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