Y terminamos los comentarios sobre este magnífico
libro de Revel, Editorial PLAZA & JANES, S.A., Abril 1976, 259 páginas.
Sobre el comunismo nos dice Revel en las
páginas 24 a 26:
“Éste
es el sentido del comunismo de Gobierno. Por lo que se refiere al comunismo de
oposición en las democracias occidentales, carece de coherencia, y justifica la
disciplina que impone a sus dirigentes y a sus militantes sólo si el objetivo
de su actividad es el poder absoluto y definido. Si quitamos este objetivo, lo
demás resulta absurdo ¿Por qué utilizar, en lo inmediato, una tácticas
políticamente poco eficaces y humanamente odiosas, si no es para hacerse al fin
con el poder absoluto?
También nos cuenta el autor la propaganda
que se hace en el mundo comunista contra los regímenes del planeta que no son
comunistas con una “denigración crítica,
correctora o destructora, que no puede manifestarse en las sociedades
comunistas, en las cuales el mensaje corrosivo es ahogado en su fuente o
cortado por el poder burocrático” (Página 22).
La citada propaganda es aceptada a ciegas
por los comunistas occidentales, que viven cómodamente y jamás han estado y
vivido en un país comunista. Estos fanáticos de Occidente, normalmente pedantes
infumables, transmiten machaconamente que “las
sociedades liberales de Occidente constituyen el paroxismo histórico de la
opresión y la miseria, y que cualquier cambio es preferible a las atrocidades
del presente, los electores delos partidos comunistas occidentales empujan
hacia el régimen totalitario no por deseos de estalinismo – que no saben lo que
es – sino de reformas y mejoras que creen no van a poder obtener si él”.
En fin, esas mejoras y reformas ya sabemos
en qué quedaron: 100 millones de muertos, odios, resentimientos, rencores,
mentiras, crímenes, asesinatos, etc,
etc.
Para terminar, y como ya hemos escrito
varias veces, a pesar de todos los libros que se han escrito sobre el
comunismo, algunos de ellos comentados en este blog, la izquierda sigue en sus trece y con su rémora anclada en explicar y determinar, a partir de sus
teorías, especialmente de la marxista,
la naturaleza de los hechos lo que conlleva, como está sobradamente demostrado,
a deformar lo citados hechos para adaptarlos a la teoría. El resultado ya
sabemos cuál fue y cuál es.
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