miércoles, 30 de agosto de 2023

“Los que susurran”


 

El título completo del libro es “Los que susurran. La represión en la Rusia de Stalin”, autor Orlando Figes, Editorial Edhasa 2009, traducción de Mirta Rosenberg, 958 páginas.

En la contraportada se lee que el autor (Londres 1959), es profesor de Historia en el Birkbeck College, en la Universidad de Londres, leyéndose también que es autor de varias obras que se han traducido a más de quince idiomas.

El libro consta de varios apartados, tales como “Lista de ilustraciones”, “Mapas”, “Árboles genealógicos”, “Introducción”, “Fuentes/Archivos”, “Palabras finales y agradecimientos”, “Notas”, e “Índice onomástico”, y de nueve Capítulos todos ellos interesantísimos, destacando el 4, “El gran terror (1937-1938)”, páginas 331 a 447; el 5, “Las huellas del terror (1938-1941)”, páginas 449 a 525, y el 7, “Estalinistas comunes (1945-1953)”, páginas 625 a 726.

El libro no tiene desperdicio. Nos narra el autor todo el terror y violencia impuesto por el sistema, y el miedo que sentía la gente, así como las vidas tanto de las víctimas asesinadas como la de los asesinos.

El terror era tal, que funcionarios y miembros del partido sentían verdadero miedo. En la página 336, dentro del Capítulo 4, “El Gran Terror (1937-1938)”, se lee:

“Varios miles de funcionarios de la Comintern y comunistas extranjeros fueron arrestados en 1937-1938. Los partidos comunistas alemán, polaco, yugoslavo y báltico fueron prácticamente aniquilados. El en cuartel general de la Comintern y en el Hotel Lux  de Moscú, donde vivían muchos funcionarios de la Comintern, cundió tanto el pánico que, según las palabras de un funcionario, ‘muchos están medio locos y son incapaces de trabajar a causa del miedo permanente’ ”

En la página 345 se lee que cuando un líder del partido era arrestado, automáticamente todas las personas que estaban en su entorno social también eran arrestadas, leyéndose en la siguiente página que “De los 139 miembros del Comité Central elegidos en el X V I I Congreso del Partido en 1934, 102 fueron arrestados y fusilados, y otros cinco se suicidaron en 1937-1938; además, en esos años se encarceló al 56 por ciento de los delegados del Congreso. El Ejército Rojo fue diezmado todavía más: de los 767 miembros de alta jerarquía (comandantes de brigada y rangos superiores), 412 fueron ejecutados, 29 murieron en la cárcel, 3 se suicidaron y 59 siguieron en prisión”.

En la página 350 se nos habla de que  “la mayoría de las personas estaban paralizadas por el miedo. Estaban hipnotizadas por el poder dela NKVD, a la que creía omnipresente, que ni siquiera podían considerar la posibilidad de resistirse o de escapar”, leyéndose a continuación un ejemplo sobre dicho hipnotismo:

“. . . el conejo hipnotizado por la serpiente. . . Todos éramos como conejos y reconocíamos el derecho de la serpiente a engullirnos. . .”

En la página 660, dentro del Capítulo 7 “Estalinistas comunes (1945-1953)”, se lee cómo un de los “intelectuales” favoritos de Stalin, Simonov, se puso al cargo de una delegación de periodistas del Kremlin que fueron enviados a EE.UU. en 1946 para hacer campañas de propaganda. La experiencia del mentado Simonov queda aquí reflejada:

“Ese viaje le permitió experimentar por primera vez lo que significaban los privilegios del gobierno. Quedó atónito ante la gran suma que recibió para el viaje; tal vez incluso lo perturbó la enorme disparidad que existía entre su propia situación y las condiciones en que vivía el ciudadano de a pie en la Unión Soviética. Simonov se deleitó con los placeres de Occidente. En Estados Unidos fue recibido como una celebridad internacional”, diciéndonos el autor a continuación que “Simonov fue fotografiado en compañía de estrellas como Gary Cooper y Charlie Chaplín, con quien estableció un regular intercambio epistolar”. Sin comentarios. Los “idiotas útiles” los hubo y los habrá toda la vida.

También se lee en este magnífico libro, las hambrunas y miserias que padecía el pueblo en manos de este criminal y terrorífico régimen, tan añorado en los tiempos de la I I República Española: “Amigos de la Unión Soviética”, “Avenida de la URSS”, “¡Viva Rusia!”, o “Como en Rusia” ¿Se acuerdan?

Probablemente se pregunten el por qué del título de “Los que susurran”. El mismo autor lo explica diciendo que en el idioma ruso hay dos palabras definitorias de “susurrante”: el “shepchushchii”, que es el que habla en voz baja, el que susurra, porque tiene miedo que le escuchen, y el “sheptun”, que es el chivato del régimen, es decir, el que informa a espaldas. Sería como un “chota” cubano.

Como siempre decimos, recomendamos leer este magnífico libro, sobre todo lo recomendamos a los de la internacional de la mentira, del odio y del terror, que aún anda por ahí añorando aquel bestial régimen.



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