Este impresentable gobierno, y otros anteriores, está permitiendo que salgan de la cárcel asesinos, delincuentes, rateros, violadores, criminales, etc., lo que está generando un estado de alarma entre los españoles siendo, junto con el paro, la mayor preocupación.
La gente está pensando, aunque esto no se diga en los medios de comunicación, que toda esta casta política son un hatajo de incompetentes, o lo que es peor, cómplices del problema. La sensación de indefensión está creciendo a pasos agigantados, lo que hace que aumente la indignación, pudiendo crearse reacciones insospechadas. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, si las instituciones correspondientes no velan por la seguridad del ciudadano, a éste no le queda más que la legítima defensa. Pero es igual, nadie reclama al gobierno que solucione este asunto: los condicionamientos ideológicos son notorios, lo mismo que los condicionamientos políticos.
Todo esto es debido a que se han perdido una serie de valores y principios
básicos, como son la responsabilidad del individuo y de la familia, que
pretenden ser sustituidos por otros “valores” que nada tienen que ver ni con lo
uno ni con lo otro.
Los encargados de velar por la seguridad, así como de prevenir a la ciudadanía
de los desmanes de esta lacra social, en el supuesto de que intentasen hacer
algo, verían interferidas sus actuaciones por los citados intereses políticos e
ideológicos, convirtiendo dichas actuaciones en inoperantes e ineficientes,
apartándoles de sus obligaciones.
Y terminamos con lo que seguramente muchos piensan: el problema no es otro que
el sistema judicial que, totalmente politizado, permite que se esté llegando a
una auténtica revolución delictiva que no traerá más que desestabilizaciones
políticas, jurídicas y sociales.
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