domingo, 21 de enero de 2024

Crucigramas, estiramientos, siestecitas y léxico


 

El desprestigio de la casta política va en aumento. Y va en aumento no sólo por sus momios, sinecuras, prebendas y bicocas, sino también por el tinglado y actuaciones tanto en las Cámaras como en el exterior, ya sean en los pasillos o en la calle. También están desprestigiados por el léxico que usan, que dista mucho de ser un auténtico florilegio.

Si se observa una sesión parlamentaria, se ve el movimiento de otras personas que no pertenecen a la casta costosa, tales como ujieres o taquígrafos. Los primeros, con sus carrerillas, llevan mensajes en bandejitas de plata, oiga, que corresponden a réplicas y dúplicas al adversario político. Los segundos, son los redactores de los Diario de Sesiones en los que se plasmaría todo el acontecer parlamentario, aunque muchas veces ciertas cosas no queden reflejadas en dichos Diarios. También hay otros personajes, como secretarias, fotógrafos, cámaras de televisión, grabadores de audio y vídeo, etc, que están allí para informar, aunque en la mayoría de las veces se les diga qué es lo que tienen que decir u ocultar.

Es curioso ver a los parlamentarios ir de un lugar a otro agrupándose, y a veces sentándose, junto al banquillo del jefe de grupo, con el que parece estar confesándose.

Todo esto da la sensación que en las Cámaras se trabaja, pero ello no es óbice, ni valladar, ni cortapisa, para que algunas de sus señorías, o “señoríos”, hagan sus crucigramas, se desperecen o echen alguna que otra siestecilla.

Pero lo más vergonzoso es ver algunas veces las Cámaras vacías. Y no es porque sus señorías y “señoríos” no hayan acudido: están en los pasillos, en los que, como decía Enrique de Tapia, “se dice todo lo que se piensa sin pensar todo lo que se dice. En el Salón de Sesiones hay que pensar lo que se dice, aunque no se diga lo que se piense”.

Otro asunto vergonzoso es ver el léxico que usan no solamente los parlamentarios, sino personas más o menos importantes representativas de los partidos. Pongamos algunos ejemplos. Hay que “recuperar la memoria histórica”, oiga.

El ex alcalde de Getafe, Pedro Castro, dijo en su día: “¿Por qué hay tanto tonto de los cojones que vota a la derecha?”

La ex ministra socialista Magdalena Álvarez, decía de Esperanza Aguirre:

“Debería estar tumbada en la vía o colgada de la catenaria”.

No digamos ya nada cuando a los votantes, simpatizantes y políticos del PP se les tilda de hijos de puta.

Pero lo más representativo de este léxico fueron unas palabras de la inefable e ínclita Leire Pajín Iraola, ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad entre octubre de 2010 y diciembre de 2011 durante el gobierno del Bobo Solemne, que dijo en su día, con la elocuencia y léxico propios de los grandes literatos españoles del Siglo de Oro, y con motivo de haber colocado a una amiga suya en sanidad:

 

“Sólo faltaría que la ministra no pueda nombrar a quien le salga de los cojones”.

 

Perdón, señoría, nosotros pensábamos que usted tenía ovarios ¿No le dijeron nada sus correligionarias feministas? ¿O es que algunas de ellas también tienen dídimos?



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog