Los verdaderos humanistas tal
parece que han desaparecido de la faz de la tierra. Las nuevas tecnologías puede
que estén acaparando todo el saber, y los pocos humanistas que quedan, poseídos
de una “hybris intelectualista” de lo más pedante que pueda existir, atacan,
critican y socavan a tumba abierta y de forma feroz, a la libertad.
Este ataque, a veces solapado y a veces estruendoso, se ve y se escucha por todas partes: desde los EE.UU. de América, hasta el Reino Unido. En estos países, y de forma curiosa, los liberales cada vez se parecen más a los “progres” europeos, lo que no deja de ser una asunto delicado y preocupante.
Y es que por las tiranías sienten un profundo
respeto, rayando en la fascinación. Y hay que justificarlas, claro. Para esto
están la “alianza de civilizaciones” y el “multiculturalismo identitario”,
oiga. Y si esta alianza y multiculturalismo tienen un alto componente de
antiamericanismo, el asunto queda redondo. Como redondo es decir también que
Occidente es el culpable de la guerra que el Islam nos tiene declarada, guerra
que se justifica por la “opresión colonial”. Con esto se justifican los ataques
terroristas: es la penitencia que nos ponen por nuestras culpas.
Todo esto nos lo dicen los que odian la
libertad, sin darse cuenta que precisamente por esa libertad están diciendo
esas barbaridades. Pero a pesar de este odio, nunca renunciaría a usarla y a
disfrutarla.
Nosotros invitamos a todos estos
“intelectuales químicos” que pululan por esta pobre España, y por allende los
mares, tan preocupados ellos por la justicia y memoria histórica, que se vayan
una temporada a vivir a un país islámico para investigar sobre la marcha e “in
situ”, la historia opresora, imperialista y colonial mahometana. Con lo
ocurrido durante el siglo VII bastaría. Claro que a lo mejor no se atreverían a
usar de la libertad porque sus sacrilegios serían los culpables de su horca, o
de su lapidación.
No obstante, estos intelectualillos de medio
pelo, de grandes momios y prebendas algunos, que se abrazan a cualquier
totalitarismo, en el fondo están más a gusto aquí al amparo de la libertad que
tanto odian y desprecian. Aunque a lo mejor pueda que estén deseando que vengan
los nuevos amos para que les paguen por los servicios prestados. Pero que se
anden con cuidado porque la historia suele repetirse: si Roma no pagó a Audax, a
Ditalco y a Minuro, (“Roma proditoribus non premiae”), el Islam a lo mejor tampoco
paga a traidores.
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