El terror fue, y es, aplicado,
por razones políticas y religiosas. Para los terroristas no hay escrúpulos: lo
mismo da que caigan ancianos, impedidos, niños o personas inocentes. El terror
es indiscriminado, ya que el terrorista no tiene ningún impedimento moral a la
hora de matar.
Obviamente, no todas las
ideologías políticas o religiosas son partidarias del terror. Son sobradamente
conocidas las que lo admiten y justifican.
Para el terrorista no existe ningún tipo de
consideración humana: su fanatismo ideológico no le impide poner bombas, o
inmolarse, en colegios, centros comerciales o trenes. El caso es que cuantos
más muertos haya, mejor.
El fanatismo puede llegar a
tal extremo que, como ocurrió en febrero de 2008, Al-Qaeda utilizó a dos pobres
mujeres con síndrome de Down, para cometer un salvaje atentado en Bagdad en el
que murieron casi cien personas y hubo más de cien heridos ¿Se acuerdan de
esto? Probablemente no, pero seguro que se acordarían si semejante brutalidad
hubiese sido auspiciada por la iglesia cristiana. Ustedes ya nos entienden.
Pero, claro, está por medio
la Alianza de Civilizaciones, ese engendro diabólico “zapateril” que nadie sabe
qué es, que hace que el asunto se suavice, aunque provenga de bestias sin
escrúpulos, bestias que no están a tres mil o cuatro mil kms, sino entre
nosotros, en esta “Eurabia” que se está gestando.
No basta con condenar de
boquillas tales atentados. Hay que acabar con ellos porque nos estamos jugando el
ser libres o ser esclavos.
Y si hablamos de ETA, el
asunto ya no tiene nombre. Fíjense lo que decía en el año 2006 Joseba Eguibar: “ETA
es una organización política que utiliza métodos modernos de lucha”. Sin
comentarios.
También la sujeta María
Fernández de la Vega dijo en el mismo año: “En el fin de ETA no debe haber
ni vencedores ni vencidos”.
No menos corto se ha quedado
Joan Puigcercós, de ERC, cuando en el año 2005 dijo aquello de: “La política
es para los vivos, no para los muertos”.
En fin, ¿se pueden poner
condiciones o negociar con asesinos?
Claro que de esto del
terrorismo el PSOE sabe un poco. No hay más que repasar la Historia verdadera de
España en la que se lee, por ejemplo, que en la Semana Trágica de 1909 hubo 120
muertos, amén de 80 iglesias destruidas o quemadas. También en la “huelgona” de
1917 hubo 80 muertos, así como un acto de sabotaje que hizo descarrilar un tren
en Bilbao con un saldo de 10 muertos.
No digamos ya nada del terror
de 1931 y del golpe de estado de 1934: 1.500 muertos, saqueos de bancos, robos,
atracos, quema y destrucción de edificios (Cámara Santa, Universidad,
Biblioteca, etc de Oviedo), asesinatos de sacerdotes, frailes, monjas, etc. Es
decir, terror.
Por cierto, ¿cuando el PSOE
pedirá perdón por estas cosas y otras, en vez de dedicarse a que los “otros”
pidan el mentado perdón?
No hay comentarios:
Publicar un comentario