Según el Diccionario de los “inmortales” de la RAE, la
palabra servilismo, en sus dos acepciones,
se define como:
a).- “Ciega y baja adhesión a
la autoridad de alguien”.
b).- “Orden de ideas de los
denominados serviles.”
Vamos a fijarnos sólo en la primera acepción, que
consideramos la más interesante.
Dicho servilismo, no cabe duda que limita, cercena,
obstruye y destruye las propias ideas e incluso las convicciones. De esto saben
mucho los “militantes” de partidos o ideologías.
El motivo principal que lleva al servilismo suele ser
el afán de medrar y ascender. Con tal de
obtener el favor o favores del jefe a quien se sirve ciegamente, se llega a
situaciones y extremos de lo más execrable. Así, hay sujetos y “sujetas” y
“sujetes”, que suelen ser de una grisura mental atroz, que son capaces de
perder barcos y honra por el citado servilismo, mintiendo, difamando,
calumniando, pisoteando, etc, etc. Y lo
más curioso es que se consideran dialogantes y exigen a todas horas diálogo y
más diálogo. Pero lo que no tienen en cuenta es que en un verdadero diálogo lo
que se busca y se pretende es encontrar y descubrir la verdad objetiva y no enfrentamientos. Algunos de estos
“dialogantes”, personajes loquinarios ellos, suelen cambiar la chaqueta cuando
las ven venir mal dadas.
Además, ¿de qué clase de diálogo hablan, cuando los
citados sujetos y “sujetas” y “sujetes” no pueden salir de lo que dicta el
panel ideológico, así como del manual del agit-prop? ¿Qué clase de diálogo es
el que postulan, si lo único que hacen es envenenar a la gente omitiendo
información para que así no se pueda pensar ni opinar, convirtiendo al “pueblo
soberano” en una masa que puede creer cualquier disparate que se le cuente?
No hay comentarios:
Publicar un comentario