Nos da la sensación de que los españoles estamos
tratando con unos políticos que son una basca, más bien cáfila, de personas sin
caletre, que llevan ínsitos en sus genes una serie de complejos, falta de educación,
de corrección y otras muchas cosas más, propias de sujetos asténicos,
badulaques, cacoquimios, catatónicos, cenutrios, ciclotímicos, truchimanes, de mente feble y flébil y de gran grisura, con
una gran distrofia mental, además de frenópatas, heterólogos ( I ), loquinarios, tarúpidos, valetudinarios y
zapallos, poseedores de un clíbano mental propio de perláticos psíquicos que,
con sus falencias, filfas y fementidos, nos están llevando al desastre.
( I ).- Esta palabra no figura
en el diccionario de los pedantes “inmortales” de la RAE a los que, como ya
saben, les estamos dedicando varios artículos. Se usa en medicina, y su
etimología es griega: “eteros”, otro, y “logos”, relato. Este vocablo se
refiere a todo aquello que pueda ser distinto al prototipo que se esté viendo o
estudiando, aunque tenga elementos parecidos o similares, pero en distintas
proporciones.
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