Como decíamos en la anterior
entrega, en esta última veremos algo sobre la “moral” que quiso, y quiere,
implantar el comunismo.
El comunismo no se conformó con
alterar la situación económica en la destartalada URSS, situación que generó
hambre y miseria, sino que además transformó la situación política y religiosas
y, sobre todo, transformó la familia, de la que había que eliminar los
“prejuicios burgueses” tales como el amor, el pudor, el respeto, la autoridad
de los padres sobre los hijos, etc. En la familia sólo impera el aspecto
biológico. (Sobre este tema recomendamos leer “Cómo está Rusia”, autor Liam O’Flaherty, Editorial Espasa Calpe,
Madrid 1932).
El comunismo considera que el
amor es un ideal burgués, a la par que un sentimiento “antirrevolucionario”.
Todo esto llevó a la desaparición de la familia. El mismísimo Lunatcharsky ( I ), reconoce el trastorno familiar que estas
medidas supusieron. Así, en el periódico “Pravda” de diciembre de 1926 “admite que la disolución del hogar sea
causa del enorme número de niños abandonados” ( I )
El grado de descomposición de la sociedad doméstica, se
puede colegir de los informes elevados por los funcionarios que tuvieron a su
cargo el levantamiento del censo general de la población, en diciembre de 1926.
Refiere la’Izvestia’ en dicho mes y año que en Moscú se ha descubierto
considerable número de mujeres y hombres que practican la poligamia. Como cosa
corriente se comprobó que dos y hasta tres mujeres, designasen el mismo hombre
como si fuese su marido. También se constató en muchos casos que un hombre
señalase a dos mujeres como sus esposas”. ( I I )
La legislación comunista impide
que los padres ejerzan su autoridad sobre los hijos, ya que para eso están las
atribuciones tutelares del Estado.
En cuando a los niños
abandonados, Nadezhda Krupskaya, esposa de Lenin, escribía en “Pravda” en 1923:
“Se han registrado un total de 7 millones de niños
abandonados. Los orfelinatos y los asilos sólo pueden recoger un máximo de
800.000 ¿Qué hacer con los restantes? Nosotros pensamos poco en ello y nada
hacemos para corregir semejante mal social. Somos tan estúpidos que únicamente
les decimos a estos desgraciados: ‘camine hacia su casa, o hacia los asilos’,
siendo así que ellos no tienen ni hogar, ni existen asilos”.
Los centros urbanos atraen a los niños sin hogar, con
irresistible fascinación. En desfile incesante llegan a las ciudades,
procedentes de pequeñas y remotas aldeas. Vestidos de harapos, hambrientos,
recorren en bandadas las calles. Piden o exigen limosna. En algunos casos
golpean, muerden o matan. Son grupos de fierecillas al atisbo de la presa;
viven bajo el cielo, soportando todas las inclemencias y alimentándose con lo
que pueden apañar. Pasan fatigas mil, sufren enfermedades y sucumben en
cantidades de consideración” ( I I I )
En fin, creemos que en todas estas
entregas hemos visto algo sobre la bota, el bozal y el grillete soviéticos.
( I ).- “El imperio soviético”, autor Dionisio R. Napal, Editorial Stella Maris, Buenos Aires
1932, páginas 190 y 191.Conviene
recordar que Anatoli Vasílievich Lunacharski fue
Comisario de Instrucción de la URSS, y que durante su mandato tuvo en Moscú el
“juicio contra Dios” por sus “crímenes contra la Humanidad”, siendo “ejecutado”
en enero de 1918 cuando un pelotón de fusilamiento disparó sus armas contra el
cielo. También conviene
recordar que este sujeto fue nombrado por Stalin en 1933 embajador en España
( I I ).- Ibidem.
( I I I
).- Ibidem, páginas 195, 196 y
197.
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