Como ya saben, en su día se crearon por todas
partes “comisiones” para “recupera la memoria histórica”, y otras cosas del
Bobo Solemne.
La mayoría de dichas comisiones, estaban
formadas por personas que no hacían, y hacen, más que echarse incienso sobre sí
mismas y que presumían, y presumen, con prepotencia y pedantería infumables,
tener una visión privilegiada sobre el mundo, con lo que desdeñan todo criterio
ajenos. Nada más acientífico y petulante.
Alguno de estos personajillos, se
autodefinía como un poco bohemio diciendo de sí mismo “tengo
mucho de científico”. En realidad, era un pedante marxista infumable y un
farsante, que urdía muchas y variadas tretas para confundir u ocultar la
verdad.
Uno de los sistemas operativos de que
se valían, y se valen, estos “comisionistas”, era, y es, el de falsificar las
opiniones que no coinciden con las suyas recurriendo a citas mentirosas (recordemos
que Lenin decía que la mentira podía ser una buena arma revolucionaria).
Cuando una persona opina sobre algo, en este
caso sobre la reciente historia de España, si no coincide con lo políticamente
correcto o con lo planeado por la internacional de la mentira, es cuando dicha
falsificación sale a la luz de dos formas: atribuyendo a la persona opinante
palabras que no ha dicho, o escamoteando las que en realidad pronunció.
Pero hay también otro sistema operativo
más ruin y vil que consiste en adulterar el fondo de lo que se dice
tergiversando su sentido. De esta forma, los más incautos “pican” porque para
detectar este sistema operativo se requiera cierta destreza mental.
Por otra parte, si las personas a las
que van dirigidas estas manipulaciones están predispuestas al fanatismo,
quedarán embobadas. Los farsantes y falsarios saldrán adelante con su timo.
Existe también otro sistema operativo,
aunque este ya no tenga la sutileza de los anteriores: citar una frase o un
comentario fuera de contexto.
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