viernes, 27 de octubre de 2023

Sobre culturas y separatismos


 

Ahora circulan una serie de adjetivos que son producto de los tantos y tantos sistemas educativos que hubo en España, sistemas que eran y son unas auténticas fábricas de ignorantes y en los que únicamente se persigue el adoctrinamiento de los educandos. De tales adjetivos hay uno que nos llama mucha la atención: “diferencial”, al que se le unen “hecho diferencial”, “modelo diferencial”, etc, etc.

Y es que en el “hecho diferencial” está basado en el “Estado de las autonomías”, que no es otra cosa que la primera estación que nos lleva camino del separatismo y hacia la disolución de España.

 ¿Cuáles son esos “hechos diferenciales” en los que se fundamenta el “Estado de las autonomías? ¿Serán la sidra, el gazpacho, la barretina, la moscancia, la butiffarra . . . ?

 “Según mandato constitucional”, como decía Felipe González, el Estado de las autonomías tenía por principal soporte el “hecho diferencial”. El hecho diferencial no cabe duda que es la lengua. Y aquí está el asunto clave. Ni el catalán, ni el vascuence, ni el gallego, ni el bable llegaron a ser lenguas, por más que ahora se intente lo contrario. El catalán y el gallego dejaron de hablarse y de escribirse a terminar la Edad Media. En los casos del vascuence y bable sólo se hablaba en los ámbitos rurales más recónditos.

 Por otra parte, rápidamente se dieron cuenta los “pensadores” que estas “lenguas” más que servir para comunicarse, valían precisamente para lo opuesto, es decir, para incomunicarse. Basta recordar lo que decía Sabino Arana a los vascos: les recomendaba que hablasen en su jerga para que los “maketos” no les entendieran.

 Luego está, claro, la “normalización” de la lengua, que no tiene otro objetivo que el buscar todo tipo de soluciones para alejar dicha lengua del español. Pero estos “pensadores” no se dan cuenta de que quien verdaderamente normaliza una lengua son los que la hablan. No se puede “normalizar” por intereses políticos

 Luego está lo de la “cultura catalana”, “cultura vascuence”, etc. No se puede ser más ignorantes. Ahora, las palabras cultura y filosofía se emplean con una alegría que raya en la estupidez: filosofía para liar un cigarrillo; filosofía para tomar un vaso de vino, etc. etc. En cuanto a la cultura catalana y vascuence, ¿qué cultura van a tener si no es la común a toda Europa, que no es otra que la basada en la cultura grecolatina, unida a la tradición bíblica-cristiana?

 Los grandes escritores del siglo XVI, tales como Fray Luís de León, o San Juan de la Cruz, por ejemplo, dejaron de escribir en latín y lo hicieron es castellano para que todo el mundo les entendiese. Sin embargo, hoy sucede todo lo contrario: la “lengua” y la “cultura” se emplean para desunir e incomunicarse.



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