viernes, 20 de octubre de 2023

Sobre Ortega y Gasset ( I I I )


 

Y continuamos con D. José Ortega y Gasset.

En su obra “Rectificación de la República. Escritos políticos, I I I  (1929/1933)”, El Arquero, Revista de Occidente, S.A., Madrid 1973, 273 páginas, nos dice Ortega y Gasset dentro del Capítulo intitulado “¡Viva la República!”, páginas 251 a 262, lo siguiente:

“Corregirán de paso un error que he oído más de un vez, según el cual yo consideraría haberme equivocado al recomendar en cierta hora a los españoles que se constituyesen en República, que había perdido la ilusión, que juzgaba sin remedio la política republicana y demás suposiciones igualmente superficia­les. Los datos ahora rememorados, con la impertinencia de sus fechas exactas, demuestran que no me fue nece­sario esperar a que los gobernantes republicanos de la primera hora comenzasen a desbarrar para saber que lo iban a hacer: que, de tal modo esperaba y presumía por anticipado su descarrío, que me adelanté a insinuar mi discrepancia, como me adelanté a echar en cara a las pro­vincias que iban, por inconsciencia, a elegir diputados indeseables, como me situé, desde luego, y por innúme­ras razones, en posición de no actuar durante el primer capítulo de la historia republicana, según hice constar desde mi primer discurso en la Cámara, que fue, entre paréntesis, el primer discurso de oposición a la política del Gobierno. Pero no me interesa de todo esto lo que signifique como demostración vanidosa de capacidad pre­visora. Lo que me interesa es refutar con esos hechos y con esos datos incontrovertibles el error en que están los que suponen que yo recomendé la instauración de la República «porque» creyese que, desde luego, iban a ir preciosamente las cosas. No solo no lo creía, sino que —y este es el motivo de las anteriores recordacio­nes— no acepto en persona que presuma de alguna se­riedad que pretenda juzgar las posibilidades históricas de un régimen por lo acontecido en los dos años y me­dio después de su natividad. Y es sencillamente grotesco que intenten hacer tal cosa los monárquicos defensores de un régimen extranjero, que no durante dos años y medio, sino durante dos siglos y medio ha maltraído a España en desmedro, decadencia y envilecimiento lamen­tables y constantes, haciéndola llegar a esta República en un estado tal de desmoralización y de falta de apti­tudes por parte de masas y minorías, que él ha sido, en definitiva, la causa de estos dos años y medio pesadillescos.

 

Porque si han sido tales para el labrador andaluz y para el cura de aldea, no crean estos señores que el que grita ahora « ¡Viva la República! » los ha pasado en un lecho de rosas. Durante ellos se me ha insultado y ve­jado constantemente desde las filas republicanas, y, claro está, también desde las otras. Algunos sinvergüenzas, algunos insolentes y algunos sota-intelectuales que son lo uno y lo otro, y que hasta ahora, por lo que fuera, no se habían resuelto a atacarme, han aprovechado la atmósfera envenenada de esos años para morderme los zancajos. Pero hay más: los hombres republicanos han conseguido que por vez primera después de un cuarto de siglo no tuviera yo periódico afín en que escribir. Y esto no significaba solo que me hubiesen quitado la vihuela para mi canción, sino que me planteaba por aña­didura los problemas más tangibles, materiales y urgen­tes ¿Me entiende el labrador andaluz a quien han des­hecho su hacienda y el cura de aldea a quien han retirado su congrua?

Pues con esto termina mi argumento hominis ad ho-minem. Este hombre es el que grita ahora: « ¡Viva la República! ».

 Como ya hemos dicho varias veces, y como habrán podido comprobar por  lo escrito, Ortega y Gasset fue un verdadero republicano.

 Nota.- Lo destacado en rojo es nuestro.

 Continuará.



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