sábado, 21 de octubre de 2023

Sobre Ortega y Gasset ( I V )


 

Y seguimos con este extraordinario filósofo.

En su obra “Rectificación de la República. Escritos políticos, I I I  (1929/1933)”, El Arquero, Revista de Occidente, S.A., Madrid 1973, 273 páginas, nos dice Ortega y Gasset dentro del Capítulo intitulado “¡Viva la República!”, páginas 251 a 262, lo siguiente:

“Rectificación de la República

POR QUÉ LO GRITA

¿Lo hará por misticismo republicano? Tampoco. En materia de política no admito misticismo, ni siquiera admito que se sea republicano, como suele decirse, «por principios». Siempre he sostenido que en política no hay eso que se llama principio. Los principios son cosas para la Geometría. En política hay solo circunstancias históri­cas, y estas definen lo que hay que hacer. Yo sostuve hace tres años, y sostengo hoy con mayor brío, que la única posibilidad de que España se salve históricamente, se rehaga y triunfe es la República, porque solo me­diante ella pueden los españoles llegar a nacionalizarse, es decir, a sentirse una Nación. Y esto es cosa infinita­mente más importante que las estupideces o desmanes cometidos por unos gobernantes durante la anécdota de un par de años. Ya a estas horas, en estas elecciones, aunque los electores, todavía torpes, envían al Parla­mento gentes en buena parte tan indeseables como las anteriores, han sentido que actuaban sobre el cuerpo nacional, han despertado a la conciencia de que se tra­taba de su propio destino. Todavía no han votado por y para la nación, sino movidos reactivamente por inte­reses particulares. . . Mas por ahí se empieza: es el aprendizaje de la política que ter­mina descubriendo la Nación como el más auténtico, más concreto y más decisivo interés político, porque es el interés de todos.

 

Muchas veces, una de ellas en plena Dictadura, he afirmado  que la República es el único régimen que au­tomáticamente se corrige a sí mismo, y en consecuencia no tolera su propia falsificación. La República, o expresa una realidad nacional, o no puede vivir. La República es, quiérase o no, sinceridad histórica, y esa es la supre­ma fuerza a que puede llegar un pueblo. Cuando este ha conquistado su propia sinceridad, cuando cobra esa radical conciencia de sí mismo, nada ni nadie se le puede poner en frente. Las Monarquías, en cambio, fácilmente se convierten en máscaras que un pueblo se pone a sí mismo, y no le dejan verse y sentirse y ser y, a lo mejor bajo, bajo el antifaz remilgado de una Corte se van mu­riendo y pudriendo por dentro.

 

Esténse, pues, quedos los monárquicos. Tenemos pro­fundo derecho —¡qué diablo, derecho!—, tenemos in­excusable obligación los españoles de hacer a fondo la experiencia republicana. Y esta experiencia es larga como todo lo que posee dimensiones históricas. Tienen que pasar muchas cosas. Lo primero que tenía que pasar era que vomitasen las llamadas «izquierdas» todas las necedades que tenían en el vientre. Que esto haya acon­tecido es ya un avance y una ganancia, no es pura pér­dida. Ahora pasará que van a practicar la misma opera­ción con las suyas las llamadas «derechas». Luego, Es­paña, si desde ahora la preparamos, tomará la vía as­cendente.

Como tenemos, pues, la obligación de hacer esa gran experiencia, sépanlo, estamos resueltos a defender la República. Yo también. Sin desplantes ni aspavientos, que detesto. Pero conste: yo también. Yo, que apenas si cruzo la palabra con esos hombres que han gobernado estos años, algunos de los cuales me parecen no ya jaba­líes, sino rinocerontes.”

 

Pocos hablan de este filósofo, y muchos son los seguidores del otro tipo de república que nada tenía  que ver con la auténtica de Ortega y Gasset.

 Nota.- Lo destacado en rojo es nuestro.

Continuará.




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