El título completo de este
libro es “España contra Cataluña.
Historia de un fraude”, autor Jesús Laínz, Editorial Encuentro S.A. Madrid 2014, 414 páginas incluido Índice Onomástico.
Hemos asistido en su día a la presentación de este libro por su autor en la “Fundación Gustavo Bueno” (Oviedo). Este escritor, nacido en Santander en 1965, desde hace varios años está publicando libros, y también artículos, en los que desenmascara la “ingeniería ideológica” que pulula por dentro de “los muros de esta Patria mía” con motivo de los nacionalismos separatistas que, para llevar a cabo sus objetivos, mienten, distorsionan, falsifican la historia y también la realidad, vertiendo odio e inquina hacia España, que es la que “nos roba”. Obviamente esto es una gran mentira porque Cataluña siempre se ha beneficiado del trabajo de los españoles. Que se lo pregunten a los “andalanes” y”cataluces”.
Laínz aprovecha el término
de George Orwell de “vaporización” al referirse a borrar de la historia los
hechos y sucesos que no interesan al nacionalismo. Pero hay algo más grave:
excluir el idioma castellano de Cataluña, auténtica bestialidad ya que en
Barcelona se han editado la mayor parte de los libros escritos en el idioma
patrio.
En la presentación, comentó
Laínz que durante el siglo XIX los catalanes “habían sido los españoles más imperialistas y patriotas”, como
quedó demostrado en las campañas de Prim en África, campañas que beneficiaron a
la industria de Cataluña.
Por otra parte, estos
catalanes eran unos maestros en el proteccionismo. Así nos lo demuestra al
hablarnos de Bacardí, Facundo, y de Partagás, Jaime, y otros más, a los que
mucha gente despreciaba llamándolos los “yanquis
de España” (página 42).
También los algodoneros
eran catalanes. Comentó Laínz que Stendhal había denunciado, con motivo de una
visita que hizo a Barcelona en 1937, que se obligaba a la gente a comprar por 4
francos en Barcelona un mal tejido, mientras se podía adquirir tejido de mejor
calidad y por un franco en Inglaterra. Esto que escribió Stendhal figura en la
página 48:
“Es digno de mención que en Barcelona se predica la más pura de
las virtudes, el beneficio de todos,
y al mismo tiempo se quiere disfrutar de privilegios: divertida contradicción.
Estos señores quieren leyes justas, con la excepción de la ley de aduanas, que debe estar hecha a su antojo. Los catalanes
exigen que cada español que usa telas de algodón pague cuatro francos al año
porque en el mundo hay una Cataluña. Es preciso que el español de Granada,
Málaga o La Coruña no compre, por ejemplo, los tejidos de algodón ingleses, que
son excelentes y cuestan un franco la vara, y se sirva de los tejidos
catalanes, muy inferiores y que cuestan tres francos la vara. Sin embargo,
estas gentes son republicanas hasta el tuétano y grandes admiradores de
Jean-Jacques Rousseau y del Contrato social; pretenden amar lo que es beneficioso para todos y detestar las
injusticias de las que se benefician unos pocos, es decir, que detestan los
privilegios de la nobleza de la que
carecen, pero quieren continuar disfrutando de los privilegios del comercio
que su turbulencia arrancó antaño a la monarquía absoluta. Los catalanes son
liberales como el poeta Alfieri, que era conde y detestaba a los reyes pero
consideraba sagrados los privilegios de los condes”.
Comentó Laínz que Blasco
Ibáñez en su día también había criticado a los catalanes por los aranceles que
habían impuesto, lo que perjudicaba a la huerta valenciana.
Por otra parte, también comentó
el autor del libro que los catalanes fueron maestros en el esclavismo. Esto lo
veremos en la próxima y última entrega.
Esta obra es una auténtica
joya. Al final figura un apéndice grafico compuesto por 127 fotografías, que
son una malintencionada colección de ofensas contra España, destacando la figura
80 como pueden ver en la segunda imagen.
Este es otro libro muy “ad
hoc” para los tiempos que vivimos actualmente.
Continuará.
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