miércoles, 5 de abril de 2017

Fascista y progresista


Dos palabras manidas y manoseadas, son las de fascista y progresista, que se aplican de forma alegre y arrojadiza cuando interesa y cuando no hay argumentos Así, por ejemplo, fascista se aplica en el sentido de una persona mala, aviesa, siniestra, etc. Hay casos curiosísimos tales como el de aplicar tal concepto a la ETA, como escribió en su día un pedante marxista infumable. Sobre este asunto escribiremos próximamente algo.


Por otra parte, estos comunistas también dicen que los que defienden la OTAN también son fascistas, lo que quiere decir que el PPSSOOEE también es fascista porque en su día ratificó la entrada de España en dicha organización, como recordarán.

Otro caso curioso del calificativo de fascista es el de los colectivos de sodomitas, que llaman así  a los defensores de la familia heterosexual. Se podrían poner muchos más ejemplos.

Lo que se deduce de estos ejemplos es que los que usan tal calificativo, a su vez ellos se autodefinen como progresistas, que son un dechado de virtudes y perfecciones, tanto sociales como económicas y políticas. El que ose discrepar queda automáticamente anatematizado.

Por otra parte, se ha oído muchas veces a ciertos sindicaleros y politiqueros hablar de la unión de “todas las fuerzas progresistas”. Porque si ser “progresista” implica eliminar el basamento en el que se apoya nuestra cultura, llevando con ello la destrucción de la familia, de la moral y otras muchas cosas más, entonces la decadencia, la violencia y el libertinaje están servidos. Y esto es lo que ha sucedido.

Con fechas 7 y 8 de febrero de este año 2017, hemos insertado en este blog dos comentarios sobre el libro “El libro negro del comunismo. Crímenes, terror y represión”, Editorial Planeta, 1.998, 865 páginas, incluido el índice onomástico. Los autores son Stephane Courtois, Nicolás Werth, Jean Louis Panné, Andrzej Paczkowski, Karel Bartoserk y Jean Louis Margolin, todos ellos de izquierdas. Pues bien, cuando este magnífico libro salió a la venta, tanto en Francia como en España,  el silencio atronador (valga el oxímoron) de este progresismo ha quedado patente. Ni una palabra  de repulsa contra el comunismo por los crímenes y genocidios. Lo único que han hecho ha sido colaborar con este sistema con su silencio, con su desinformación y con sus mentiras.

En fin, en este libro, y en otros que se han escrito después de la apertura parcial de los archivos secretos de la KGB, y que se encuentran comentados en este blog, se ven las trampas y vocabularios semánticos de estos “progresistas” que, como en el caso del Bobo Solemne, sólo han servido para la decadencia económica y moral por la que atraviesan  España y Europa.





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