Vivimos en unos tiempos de integrismo político apestosos. Lo peor es que, sin comprobar si los principios que mantienen y sostienen dicho integrismo político son válidos en la época que nos ha tocado vivir, hay personas que se mantienen fieles de forma fanática a lo que dicta el partido jugándose, incluso, hasta la libertad. Que ya es decir.
Mientras sigamos confiando en ideologías que nos apartan de la realidad y se siga confiando, asimismo, en sujetos que defienden y suscitan revoluciones por doquier, manteniendo todo tipo de discursos, y no se haga caso a los que critican dichas revoluciones citando hechos concretos y reales, seguiremos con el citado apestoso integrismo político.
Este integrismo político, que parecía derrumbado, aparece ahora con nuevas variantes y versiones, sean de tipo sexual, ecológico, etc, etc., que hacen que las cosas hayan cambiado aunque sea formalmente y con un sentido nada favorable a la ética y a la moral.
Este integrismo político, formado por el “progretariado”, con su moral adaptada a cualquier circunstancia y con su consuetudinaria desmemoria histórica, es un serio peligro para la libertad. A caballo del nihilismo y del relativismo, aparecen “figuras” poco menos que detestables, celebradas y aplaudidas por un “pueblo soberano” cada vez más enajenado, bien amamantado con el el fútbol y la telebasura.
Nos están llevando a una degradación de la vida humana, en la que sólo importa lo estético. Lo trascendente, lo metafísico, lo religioso han sido barridos y borrados de la sociedad occidental.
Estos integristas políticos prefieren las dictaduras y las tiranías, a la libertad. Así coquetearon, y coquetean, con los Chávez, Maduro, Morales o el mismísimo Castro cuando las circunstancias lo requieren y lo requerían. Y les importa un comino, dos bledos y tres dídimos, la derrota de todo un ejército, o que se lleve a efecto un atentado terrorista a gran escala, si ello implica el ganar unas elecciones.
Estos integristas-progresistas no conseguirán su objetivo, cual es el de doblegar y domeñar a la sociedad, a pesar del gran aparato logístico-mediático que despliegan. Somos muchos millones de españoles inmunes a sus planteamientos. Además, si no tuvieran el poder, el dinero y la propaganda, ¿dónde estarían?
Como recordarán, en una reunión de los jefazos del PPSSOOEE que hubo allá por setiembre de 2009, aclamaron a Zapatero por “enfrentarse a los poderosos” ¿A ellos mismos? Lean los libros siguientes “Zp, tres años de gobierno masónico”, autor Ricardo de
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