El filosovietismo de Juan Negrín.
Stephen Koch, en su libro “El fin de la inocencia”, dice que “en el verano de 1937 el gobierno español
estaba totalmente en manos de la
NKVD. El Komitern en España, tras la fachada del idealismo
byroniano del Frente Popular, se había convertido en una tapadera de la policía
secreta”.
Existe una abundante
bibliografía que denuncia la política de intromisión de la URSS en España y el papel de la NKVD. Autores como
George Orwell, Burnett Bolloten en “El gran engaño”, o el mismísimo Pavel
Sudoplatov, quien reclutó a Marcader para asesinar a Trotski, entre otros, así
lo demuestran. También el marxista Jesús Hernández lo corrobora en su obra “Yo fui ministro de Stalin”, diciendo
que Togliatti, siguiendo las instrucciones de Moscú, ordenó el cese de Largo
Caballero como presidente del Gobierno por no estar dispuesto al servilismo que
le imponía Stalin, sustituyéndolo por Juan Negrín, ya que “Prieto es anticomunista y Álvarez del Vayo demasiado tonto . . .”
Una vez derribado Largo
Caballero, entra en escena el doctor Juan Negrín. Fue un personaje un tanto
misterioso ya que fue el único político de aquel entonces que no escribió sus
memorias relatando los acontecimientos de aquella época. Era un fisiólogo de
mucho prestigio y pertenecía a una familia muy rica. Fue atacado por
correligionarios suyos como Araquistain, Prieto o Largo Caballero. También por
republicanos como Azaña o por anarquistas como Abad de Santillana. Antes de la
guerra no se había dedicado a la política, si bien había colaborado en el
alzamiento de 1934, sin estar decidido por ningún sector del PSOE. En
septiembre de 1936 fue nombrado por Largo Caballero ministro de Hacienda,
siendo el responsable del envío del oro español a la URSS.
El consentimiento por parte
del gobierno en la forma de manejar el tesoro y la hacienda, le dio a Negrín
vía libre para hacer lo que le viniese en gana. Así, en ese mismo año de 1936
convirtió el pequeño cuerpo de carabineros, que vigilaba las fronteras, en un
enorme ejército de tropas especiales: los “Cien mil hijos de Negrín” Aunque no
era de su incumbencia tal asunto, nadie le dijo nada, a pesar de que el fraude
era notorio. El historiador anarquista Abad de Santillana (sinónimo de Sinesio
García Fernández), uno de los líderes del movimiento libertario en España, que
escribió muchas obras sobre anarquismo, decía al respecto: “Tenía la llave de la caja y lo primero que se le ocurrió fue crearse
una guardia de corps de cien mil carabineros. Los que consintieron este
desfalco al tesoro público de un advenedizo sin moral ni escrúpulos, también
deben ser responsabilizados por su negligencia o su cobardía de ese atentado al
tesoro y a las conquistas revolucionarias. Tiene el arte maquiavélico de
corromper a la gente. Esa política de manos rotas ha hecho posibles operaciones
como la del traslado de gran parte del oro del Banco de España a Rusia sin
saber en qué condiciones y la apertura de depósitos cuantiosos de centenares de
millones en el extranjero para la presunta ayuda a los futuros emigrados de la España republicana. De todo
esto no se ha dado cuenta ni siquiera al gobierno. Ha hecho con la tapadera de
la guerra lo que ningún gobernante, ni siquiera la monarquía absoluta, había
podido hacer en España”.
Zugazagoitia decía que no
comprendía la elección de Negrín para la jefatura de gobierno en sustitución de
L. Caballero: “¿Cómo fue preferido
Negrín? No sabría decirlo”, señalaba.
A partir de este momento
Negrín, sin ser comunista, iba a sintonizar perfectamente con Moscú. Su propio
partido, el PSOE, lo relegó al olvido, lamentado por uno de sus escasos
panegiristas: el comunista Santiago Carrillo, quien dice: “Pocas personas saben que existió un jefe de gobierno republicano
durante la guerra civil que se llamó así ¿Quién osa reivindicarle hoy?” Un dato curioso sobre el mencionado olvido es
el siguiente: en 1994, un dirigente ex comunista, Santiago Álvarez, publicó una
biografía sobre el doctor intitulada “Negrín,
personaje histórico”. La editorial envió información sobre la obra a dos
mil centros socialistas de toda España, no recibiendo ni una sola respuesta
interesándose por el libro.
Los anarquistas lo odiaron
desde el primer día. Abad de Santillana
dice: “¿Sabe alguien cómo piensa
Negrín, qué ideas tiene, qué objetivos persigue? Lo único público de la vida de ese hombre es su vida privada, y ésta,
sin duda alguna, dista de ser ejemplar y de expresar una categoría de persona
superior. Una mesa suntuosa y super abundante, vinos y licores sin tasa, y un
harén tan abundante como su mesa, completan su sistema”. “Necesita la ayuda de
los inyectables para su vida misma de despilfarro y desenfrenos”.
También dice: “No escribió nada, ni sobre temas de su
profesión ni sobre ningún otro”. En política “no tiene inclinación alguna. Se acercó a un hombre de prestigio
intelectual como Araquistain. Era una especie de lacayo gratuito de ese
escritor. Cuando Araquistain reingresó en el PSOE hacia 1930, Negrín pidió
también su ingreso, no por convicciones socialistas, sino por seguirle”.
Araquistain, su ex amigo,
dice de él: “le conozco íntimamente desde
hace veinte años y creo que para mí es una esfinge sin secreto. El resorte de
su personalidad es una ambición oculta y desmedida a la cual ha sacrificado
todo, viejos y hondos afectos, la lealtad a su partido y los intereses del
partido mismo. Ha sacrificado aún mucho más: la República española y el
destino de la propia España. Su suerte como hombre de gobierno está asociada al
tesoro de la nación. Sabe que el hombre que en una guerra dispone del oro del
país es siempre el más fuerte. Acaba siendo indispensable y el último
superviviente de todas las catástrofes posibles”.
Largo Caballero dice que “Negrín y sus auxiliares con una política
insensata y criminal han llevado al pueblo español al desastre más grande que
conoce la Historia
de España. Todo el odio y el deseo de imponer castigo ejemplar para los
responsables de tan gran derrota será poco”.
El documentadísimo y
prestigioso historiador César Vidal, en su último libro “Checas de Madrid” (comentado en este blog con fecha 23 de junio de
este año), en el que nos cuenta la represión controlada por los comunistas en
sus tristemente célebres checas, le dedica un capítulo a Negrín intitulado “Negrín pacta la dictadura futura con la URSS”. Este autor,
después de tener acceso a documentos soviéticos, recientemente desclasificados,
tales como una carta de Marchenko a Litvinov (10-11-1938) y otra de George
Dimitrov dirigida a Stalin, Molotov, Kaganovich, Voroshilov, etc (25-11-1938),
nos dice:
“Sí, a unos meses del final de la guerra, tanto Negrín
como el PCE y los agentes soviéticos eran conscientes de que la democracia
parlamentaria era ya cosa del pasado” . . . “En el futuro, tras la victoria del
ejército popular de la
República, se pasaría a un sistema de partido único
controlado por el PCE, y a través de éste por Stalin” . . . “Finalmente, los
adversarios – socialistas refractarios a la unificación con el PCE, poumistas,
anarquistas, nacionalistas o republicanos históricos – sólo podrían esperar el
exterminio”.
¡Menudo
“vínculo
luminoso”,
Sanchidad!
Continuará.
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