La República
española de aquel entonces.
Mucho se está hablando y escribiendo
actualmente sobre la
República española. Se editan libros, coleccionables,
folletos, pasquines, etc. Hay conferencias, mesas redondas, comentarios,
artículos periodísticos y demás, todo ello ofrecido por una banda de
“intelectuales” orgánicos que, debido a su clíbano ideológico, mítico e
irracional, les impide ver la realidad y contar de forma veraz lo que fue la República. Historiadores
falsos, manipulación de la verdad, omisiones, silencios, engaños, mentiras,
adulteraciones, distorsiones, etc., han hecho que la República se haya
presentado como un estado idílico con todo tipo de libertades. Un “vínculo
luminoso”, como ya saben. La verdad es muy distinta. El libre pensamiento,
o las creencias, eran materias de escarnio, censura y persecución
institucional. No se fomentaban la pluralidad de criterios y tolerancia. Lo que
sí se fomentaba era la división entre los españoles como buenos o malos, a la
vez que se señalaban los amigos y enemigos tanto externos como internos.Vamos a recoger aquí unas frases de personas que fueron importantes
protagonistas de aquellos tiempos. Así, Marañón, que fue uno de los padres
espirituales de la República,
decía: “Mi respeto y mi amor por la verdad
me obligan a reconocer que la
República española ha sido un fracaso trágico”
Otro padre espiritual, Pérez de Ayala, comentaba: “Cuanto se diga de los desalmados mentecatos que engendraron y luego
nutrieron a sus pechos nuestra gran tragedia, todo me parecerá poco. Nunca pude
concebir que hubieran sido capaces de tanto crimen, cobardía y bajeza”.
El marxista Julián Besteiro, decía: “Estamos
derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la aberración
bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás
los siglos. La política internacional rusa, en manos de Stalin se ha convertido
en un crimen monstruoso que supera en mucho a las macabras concepciones de
Dostoyevski y Tolstoi, los hermanos Karamázov y el poder de las tinieblas. La
reacción a este error de la república, a dejarse arrastrar a la línea
bolchevique, la representan genuinamente, sean cuales sean sus defectos, los
nacionalistas que se han batido en la gran batalla anticomintern”.
Manuel Azaña: “La tolerancia religiosa
introducida por la fuerza de la ley en un país de intolerantes, la libertad de
conciencia y de cultos, se ha anegado en la matanza de curas, en la quema de
iglesias, en convertir en almacenes las catedrales . . .”
En otra ocasión el alcalaíno comenta: “política
tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea
alta”. Y sigue: “El Estado se
derrumbó el 17 de julio, el ejército desapareció, las armas, o no las había o
fueron a donde no debían estar; la autoridad gubernativa era por todas partes
trabada y combatida y desobedecida . . . el que más o el que menos engrasaba el
coche para fugarse”
Salvador de Madariaga, refiriéndose al Frente Popular: “es una verdadera hidra revolucionaria con una cabeza sindicalista,
otra anarquista, dos comunistas y tres socialistas . . .”
Azaña, sobre el desorganizado ejército de la República: “Formar columnas de paisanos sin
instrucción, sin armamento ni disciplina, exaltar su espíritu político, copiar
en ellas la fisonomía y la jerarquía de los partidos y pretender que funcionen
como ejército es enorme dislate . . . Dirigir una fuerza armada requiere
enseñanzas previas. Si un ranchero impide que su batallón se subleve o el buzo
de un acorazado logra que la oficialidad no se pase al enemigo, déseles un
premio, pero no me hagan coronel al ranchero ni almirante al buzo. No sabrán
serlo. Perderemos el batallón y el barco”.
Si a esto unimos que en Barcelona el poder efectivo lo detentan los
anarquistas; en Aragón un consejo anarquista; en Vascongadas, Santander y
Asturias funcionaban sendos gobiernos que cada uno tira por su lado, llegando
al caso de que el gobierno asturiano se dirige por su cuenta y riesgo a la Sociedad de Naciones,
tendremos un panorama desolador de lo que era la República.
En cuanto a la ayuda militar a los bandos contendientes, sólo
se habla de la ayuda de Alemania e Italia a Franco. Nadie, o casi nadie,
comenta la ayuda militar soviética a la República y cómo Stalin defraudó al gobierno
republicano varios cientos de millones de dólares por la venta de cañones, tanques
y aviones alterando el cambio oficial del dólar por el rublo.
También hay que tener en cuenta que en los cinco años de la República hubo dos
presidentes, dieciocho gobiernos, una Constitución constantemente suspendida,
persecución religiosa rabiosa, incendios de conventos e iglesias, constantes
movimientos de alteración y perturbación, separación de las regiones, apertura
al comunismo, etc.
Otro personaje de aquellos tiempos fue Santiago Carrillo, homenajeado, “honoriscausado” y tertuliano de
la SER en su día.
El concepto que este individuo tenía de la República quedó puesto de manifiesto en un mitin
de setiembre de 1.934: “¡Muera el
gobierno! ¡Muera la burguesía. ¡Viva la revolución” ¡Viva la dictadura del
proletariado!” O cuando decía: “Cada
día es mayor mi amor por el gran Stalin”. Por cierto, sobre el mentado
sujeto Carrillo, se publicó en su día un libro intitulado “Matanzas en el Madrid republicano. Paseos, checas, paracuellos”,
Ediciones Áltera, 2006, cuyo autor es
Félix Schlayer Gratwohl. Este señor era cónsul de Noruega en España por
aquellos días y fue el primero que descubrió las matanzas de Paracuellos, cuyo
responsable fue el “honoriscausado”. La reacción de este individuo ante tal
acusación fue la de tildar al señor Schlayer de “alemán reaccionario y nazi”. Lo de siempre. (Este libro se
encuentra comentado en este blog con fecha 25 de agosto de 2.022).
Si se tiene en cuenta también que en aquellos tiempos republicanos no había
libertad de prensa, tendremos, como decíamos antes, un panorama desolador.
Y terminamos con unas palabras del filósofo Julián Marías: “Se está contando a los españoles - con todos los recursos del poder y
de las técnicas – lo que han hecho y lo que les ha pasado de una manera
irreconocible . . .Podría pensarse que después de haber mostrado la guerra
desde la perspectiva de los que la ganaron, ahora se la ve desde el punto de vista
de los que la perdieron. Pero no es así. La visión que se está dando es
particularmente desfiguradora desde la perspectiva republicana”.
Continuará.
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