Transcribimos un
artículo que nos envió en su día nuestro amigo Ignacio Gracia Noriega, ya
fallecido. Vaya como recuerdo y homenaje.
“La puerta abierta”
“La prohibición de fumar (pero no de la venta de tabaco) trasciende la simple anécdota
o el rasgo autoritario o pintoresco de un gobierno con irrefrenable tendencia
totalitaria, empeñado en cambiar la sociedad a base de prohibiciones y
decretos. El factor básico de esta ingeniería social avanzada es la división y
el enfrentamiento: el apoyo a los separatismos e independentismos por lo que
toca a la división política, y en lo que se refiere al ámbito privado, el
enfrentamiento entre homosexuales y heterosexuales, entre catalanes y
extremeños, entre fumadores y no fumadores, entre los que van a misa al Valle
de los Caídos y los que quieren que se dinamite ese lugar... ¿Cuántos españoles
se acordaban de que existe el Valle de los Caídos si la torpeza zapaterista no
lo hubiera colocado de nuevo en primer plano? Y en el enfrentamiento continuo
entre españoles, el gobierno siempre toma partido por uno de los bandos en
pugna. El hasta ahora inexiste o escasísimo conflicto entre fumadores y no
fumadores se salda con ciertas actitudes agresivas o triunfalistas de los no
fumadores, como cierta señora que hoy mismo, en un restaurante de Cangas de
Onís, expresó su fundamentalismo antitabaquista en voz alta y con tal énfasis
que algunos clientes hubieron de abandonar el establecimiento por no seguir
aguantándola. Mas esto es lo de menos, aunque debe tenerse en cuenta que por
defender los derechos de los no fumadores, se priva de todos los derechos a los
fumadores, lo cual tal vez pueda ser interpretado hasta como
anticonstitucional, ya que, según nuestra Carta Magna, nadie podrá ser
segregado o reprimido por motivos religiosos, raciales, sexuales, etc. Pero si
a alguien se le ocurre fumar ,lo que puede ser más o menos higiénico o
saludable, pero bajo ninguna circunstancia es un delito, se le multa como si
hubiera cometido una falta. En consecuencia, se trata al fumador como a un
delincuente, al no fumador como el colmo de la "corrección política"
y al delator como a un buen ciudadano. Parecía que la delación era propia de
regímenes políticos del pasado, pero miren por donde el "talante" de
Zapatero se une a los “talantes" no menos totalitarios de Hitler y Stalin,
bajo cuyos regímenes la delación era una manera de organizar la convivencia.
Sin embargo, hay otro aspecto que dota a la prohibición de fumar de
connotaciones auténticamente graves. Se prohíbe fumar porque los tratamientos
de enfermedades derivadas del tabaco suponen un gasto para la sanidad pública
que puede ahorrarse atajando el mal de raíz. De ahí a considerar que cualquier
tipo de enfermedad resulta gravosa para la sanidad pública solo hay un paso y
no olvidemos que la vejez es mucho más cara que la saludable juventud. De
manera que después de los fumadores, los obesos ya están en el punto de mira de
los reformadores de la sociedad ,y pronto lo estarán los viejos. La prohibición
de fumar es la puerta abierta a la eutanasia. Por ese camino, será obligatorio
estar sano. Y la eutanasia, claro es ,será un derecho muy acorde con el
hedonismo predominante. Pero de ser un derecho a ser obligatoria, tal vez haya
otro paso, y lo espantable de la ingeniería social es que va siempre avanzando,
avanzando, avanzando . . . hasta el abismo”.
I. Gracia Noriega
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