Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos algo sobre la intervención comunista en la revolución de octubre de 1934, asunto este que, como ya sabe, estuvo de moda con aquello de “La Noche Blanca” ¿Se acuerdan? Con este mismo título hemos publicado cuatro artículos insertados en este blog con fechas 7, 8, 10 y 11 de octubre de 2020.
Dicha
intervención, mediante una gran propaganda, presumía de haber sido el PCE el
adalid de la revolución, cuando en realidad lo había sido el PSOE. De lo que no
decía nada dicha propaganda comunista era de los asesinatos que se estaban
llevando a cabo: “¡Matailos que son curas!”, o “¡Un, dos,
tres, cuatro y cinco, no queremos curas ni catecismo!”, o también cuando
asaltaban una casa diciendo “¡Me huele a sotana y a carne de cura!”.
(¿Habrán recordado todo esto los de “La Noche Blanca?). Lo cierto es que
el PSOE fue el verdadero adalid de la revolución.
El político socialista Manuel Domínguez Benavides (1895-1947), que poco antes
de morir se pasó al PCE, escribía:
“El 4 de octubre, público ya el rumor del alzamiento en armas, se
presentaron a los miembros socialistas del Comité revolucionarios dos camaradas
comunistas, y a los diez minutos de darse la consigna del alzamiento, los
comunistas ingresaron en el Comité”. ( I )
Lo cierto es que el PCE entró de repente en lo que se llamaba Alianzas Obreras,
sin haber tenido ni la más mínima intervención en la revolución, aunque
posteriormente se atribuían la responsabilidad de la organización de la misma.
Esto lo transmitieron a Moscú. Incluso el propio José Díaz Ramos, máximo
responsable y dirigente durante diez años del citado PCE, manifestaba en la
capital soviéticas en el V I I Congreso de la Comintern celebrado en 1935:
«Centenares de nuestros mejores camaradas han caído defendiendo el pabellón
soviético”.
Por otra parte, la Pasionaria comentaba en el mismo Congreso:
«En el momento en que da comienzo nuestro VII Congreso, que marca una etapa
decisiva en el desarrollo de la revolución mundial, nosotros dirigimos nuestro
saludo caluroso al camarada Stalin».
Como decíamos antes, el PSOE había sido el verdadero adalid de la revolución.
Pero también lo fue la UGT. De estos dos fue de donde salió la orden de atacar
Oviedo por la noche y por sorpresa. Este ataque estaba basado en cinco puntos:
a).- Toma de cuarteles y captura de rehenes.
b).- Captar el personal necesario para hacer lo anterior.
c).- Buscar sitios estratégicos para el desplazamiento de las columnas
revolucionarias.
d).- Una vez ocupadas las calles por los revolucionarios, dejarlas lo más
expeditas posible para poder realizar el aprovisionamiento.
e).- Lograda la insurrección, organizar las columnas para lanzarlas fuera
de la provincia, concretamente hacia León y Santander.
El primer plan, como puede verse, contemplaba el arrasamiento de los cuarteles
de la Guardia Civil, valiéndose de todo tipo de ardides, como el asalto, por
ejemplo. En Oviedo estaba previsto ocupar y dominar el Naranco, al Norte; San
Lázaro al Sur, y Colloto al Este. Asimismo, se habían creado “listas negras” de
personas.
En la próxima entrega veremos algo sobre el intento de apoderarse de las
fábricas de armamento, así como cuáles fueron los principales cabecillas del
PSOE y de la UGT de aquellos años.
( I ).- Eduardo Comín
Colomer, “Obras completas”, Tomo I I, página 266 y siguientes.
En imagen pabellón de la Cadellada de Oviedo prácticamente destruido.
Continuará.
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