Así se
intitula el libro de Laurent Artur du Plessis, Inédita Editores, S.L., 2.004,
Madrid, 303 páginas, incluida CONCLUSIÓN.
Sencillamente, obra impresionante no apta para los “racionalistas” pedantes, soberbios e ingenieros de almas encuadrados en la izquierda, sobre todo en la de hoy.
La tercera
guerra mundial puede decirse que ya está aquí, aunque nuestra Europa sigue sin
enterarse porque continúa con su siesta de la que despertará cuando a lo mejor sea
demasiado tarde. Los frentes están bien delimitados, según Du Plessis: Europa,
el Islam y Rusia serían los perdedores, mientras que China y América serían los
victoriosos, aunque con grandes daños, obviamente. Y en este conflicto puede
que más de la mitad de la humanidad desaparezca
Comenta el
autor que la caída del Muro de Berlín hizo pensar a muchos que comenzaba
realmente una era de paz para toda la Humanidad, cosa que se desplomó 12 años
más tarde con el atentado del 11 de noviembre de 2.001 a las Torres Gemelas
americanas que, según el autor, es cuando se desencadenó la Tercera Guerra
Mundial. Esta consideración no es ninguna afirmación gratuita, aunque la
izquierda esto se lo toma a broma, por mor de esa pacifismo del que hace gala
de forma pancartera y propagandística, siendo un pacifismo falso como está
comprobado desde 1789, y corroborado actualmente con esa exquisita comprensión
ante ciertos atentados terroristas, de los que, patológicamente, se le echa la
culpa a Occidente cargándole también el ser el máximo responsable de todas las
desdichas de este mundo. Si a esto unimos el odio compulsivo que tienen a la
libertad y a la democracia, serán los ingredientes necesarios para el comienzo
de esta nefasta guerra.
Probablemente
la primera víctima de esta guerra sea Europa, por dos razones: una, porque no
habrá otra Operación Overlord, y la otra porque el avance del Islam en nuestro
continente está siendo prácticamente imparable, ya que persigue, como es
sabido, la dominación de toda la Humanidad por medio de la fuerza.
Puede que la
chispa salte en la India. Esto viene perfectamente explicado en el capítulo I “La sustitución de las luchas ideológicas
por el choque de civilizaciones”, páginas 27 a 43, y en el capítulo II “Occidente y el mundo eslavo-ortodoxo: sus
valores comunes”, páginas 45 a 67.
Otro asunto a
considerar es el fanatismo religioso del que hace gala la UMMA, es decir, toda
la comunidad musulmana que potenciará, creará y edificará una especie de
confederación islámica. Mientras tanto, aquí en Europa, se presume de laicidad,
de ateísmo, de racionalismo, de positivismo. El camino está trillado.
¿Y qué está
pasando en estos momentos en España? Pues ya se sabe: este nuevo inepto que
tenemos en la Moncloa felicita a los musulmanes por el Ramadán, mientras
persigue, igual que el anterior inepto, a la religión cristiana con todo tipo
de dulzainas, aunque cínicamente haya visitado al Papa.
Y terminamos
con lo que se lee en la página 132, que con el título de “Madrasas venenosas, dice lo siguiente:
“Otro aspecto polémico, también generado
por el conflicto de civilizaciones, surge en el panorama indio: es el relativo
a la madrasas, las escuelas coránicas. El punto de inflexión se produjo el 11
de septiembre de 2001, bajo el impulso de los partidos nacionalistas hindúes,
entre los cuales se encuentran el BJP. El líder de su corriente dura, Advani,
ministro del Interior del Gobierno federal, se hizo cargo del asunto poco
después del atentado del World Trade Center, decidiendo actuar con todo rigor contra
las madrasas ilegales.
Un informe oficial estima que las
madrasas, que se han multiplicado de forma considerable por el territorio indio
en los últimos cinco años en el marco de la renovación del Islam, «constituyen
una amenaza para la seguridad nacional». Lo que inquieta particularmente al
ministro del Interior es el programa de enseñanza de esas escuelas, impregnado
de oscurantismo islámico. Se trata del programa Dars-i-Nizamí, elaborado por la
primera universidad coránica del subcontinente, la Darul Uloom, instalada en
Deoband, en Uttar Pradesh. Se basa en el aprendizaje de memoria del Corán, de
los hadith (los actos y las palabras del Profeta), de la fiqh (la
jurisprudencia islámica) y del tafsir (los comentarios del Corán).
De este modo, Deoband promueve un Islam
puritano y una escuela de pensamiento ortodoxo. Centenares de escuelas
coránicas pakistaníes adoptaron su programa para formar, o mejor dicho
fanatizar, a los talibanes afganos.
Deoband se defiende de estas acusaciones
de antipatriotismo indio y de extremismo islámico haciendo gala de su pasado
progresista bajo la dominación británica: los Deobandis se opusieron a la
partición del subcontinente indio y apoyaron vigorosamente el movimiento
nacionalista dependiente del Partido del Congreso.
Todo ello es cierto, pero sus argumentos
son falaces. Deoband promueve en las madrasas un Islam oscurantista y
totalitario de tipo talibán, que no hace más que aumentar la separación con el
hinduismo”.
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