martes, 3 de octubre de 2023

La ley de Murphy, la cigarra, la hormiga y la nave


 

Uno de los apartados de la ley de Murphy dice que, si algo puede salir mal, saldrá mal y además en el peor momento posible. Esta es una reflexión que se hacen muchos españoles porque vemos que los líderes representantes de los partidos, son incapaces de armonizar intereses y medidas que vayan destinadas a remontar la situación que viene padeciendo España desde hace  muchos años.

La demagogia, logomaquia y el populismo de dichos líderes, no tiene desperdicio. El “pueblo soberano” no se da cuenta que las medidas que proponen harán que los sectores de parados, funcionarios y pensionistas, serán los que paguen el pato. Lo verán con la subida de impuestos que quieren imponer: las débiles y frágiles economías familiares quedarán destrozadas. Y lo que es peor: esta subida va a suponer muy poco para las arcas del Estado.

 Nos produce hilaridad escuchar a esos inefables economistas cuando dicen que no hay nada peor que gastar mal. Nos gustaría saber qué es lo que entienden esos “pensadores químicos” por gastar mal.

 Revisando nuestra vieja hemeroteca y filmoteca, patrimonio cultural de una nación que ahora muchos quieren destruir, vemos como hace 38 años, concretamente en setiembre de 1.985, Felipe González decía que quería convertir a España en el plazo de una década, en la “locomotora económica de Europa” y que a esto se iba a dedicar con el máximo esfuerzo. Aquí la hilaridad se convierte en carcajada, después de lo que se ha visto de aquel nefasto gobierno “treceañero”. Sobre este tema, también otro rico socialista dijo en su día que quería hacer de Asturias la “Alemania de España”.

 En fin, lo de siempre de la fábula: cuando la cigarra ya no tiene de qué alimentarse, recurre a la hormiga, entendiendo por tal al ciudadano que paga sus impuestos, al empresario que está al borde de la quiebra, al jubilado, etc, etc. Y es que el pesimismo se está apoderando de la nación que, mirándolo bien, es peor que la crisis. Cada vez cuesta más llenar las arcas (¿o serán huchas?) del Estado que gasta el dinero, en muchos casos, con criterios un tanto dudosos. Que no nos engañen: con estos sujetos, la nave no tendrá capitán, ni timón, ni rumbo y además estará a merced de la tempestad, como estamos viendo.



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