Uno de los apartados de la
ley de Murphy dice que, si algo puede salir mal, saldrá mal y además en el peor
momento posible. Esta es una reflexión que se hacen muchos españoles porque
vemos que los líderes representantes de los partidos, son incapaces de armonizar
intereses y medidas que vayan destinadas a remontar la situación que viene
padeciendo España desde hace muchos
años.
La demagogia, logomaquia y el
populismo de dichos líderes, no tiene desperdicio. El “pueblo soberano” no se
da cuenta que las medidas que proponen harán que los sectores de parados,
funcionarios y pensionistas, serán los que paguen el pato. Lo verán con la
subida de impuestos que quieren imponer: las débiles y frágiles economías
familiares quedarán destrozadas. Y lo que es peor: esta subida va a suponer muy
poco para las arcas del Estado.
Nos produce hilaridad escuchar
a esos inefables economistas cuando dicen que no hay nada peor que gastar mal.
Nos gustaría saber qué es lo que entienden esos “pensadores químicos” por
gastar mal.
Revisando nuestra vieja
hemeroteca y filmoteca, patrimonio cultural de una nación que ahora muchos
quieren destruir, vemos como hace 38 años, concretamente en setiembre de 1.985,
Felipe González decía que quería convertir a España en el plazo de una década,
en la “locomotora económica de Europa”
y que a esto se iba a dedicar con el máximo esfuerzo. Aquí la hilaridad se
convierte en carcajada, después de lo que se ha visto de aquel nefasto gobierno
“treceañero”. Sobre este tema, también otro rico socialista dijo en su día que
quería hacer de Asturias la “Alemania de
España”.
En fin, lo de siempre de la
fábula: cuando la cigarra ya no tiene de qué alimentarse, recurre a la hormiga,
entendiendo por tal al ciudadano que paga sus impuestos, al empresario que está
al borde de la quiebra, al jubilado, etc, etc. Y es que el pesimismo se está
apoderando de la nación que, mirándolo bien, es peor que la crisis. Cada vez
cuesta más llenar las arcas (¿o serán huchas?) del Estado que gasta el dinero,
en muchos casos, con criterios un tanto dudosos. Que no nos engañen: con estos
sujetos, la nave no tendrá capitán, ni timón, ni rumbo y además estará a merced
de la tempestad, como estamos viendo.
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