sábado, 15 de mayo de 2021

Líderes de laboratorio. Principio de Peter


 Como todos sabemos, el ser humano es un ser “conviviente”, es decir, tiene que vivir relacionado con los demás. Tal convivencia requiere que esté organizada. Si no hay tal organización, la paz, la armonía, la justicia, etc, no serán posibles.

Tales cosas parece que no existen en la España de hoy. Nuestros líderes políticos, que más bien parecen líderes de laboratorio o de escalafón, en vez de preocuparse por estos asuntos, parece que sólo les interesa el afán de protagonismo y mantenerse en primer plano, con el único objeto de recuperar imagen para cuando llegue el momento de las votaciones, que no elecciones, o cuando ven que las encuestas les son desfavorables. Lo único que cuenta es “llegar el primero”.

Hay una especie de embriaguez política por mostrase “progre” o “demócrata” a toda velocidad. En vez de hacer las cosas teniendo en cuenta las exigencias de la realidad, parece que estos políticos de laboratorio las hacen al revés de cómo debieran ser. No hay más que ver ciertas leyes, normas y reglamentos, que emanan del Gobierno que, a través de su cómico trámite en las Cortes, vulneran frontalmente la Constitución, que debiera ser de obligada referencia tanto en el marco jurídico como en el político.

¿Hay ahora auténticos líderes como Churchill, Adenauer, Roosevelt, Ben Gurion, Neheru, etc? Puede que la sociedad actual, vacilante y vacía, no produzca este tipo de líderes carismáticos que tanto necesitamos. Además, a estos líderes de laboratorio de ahora, con tal de que mejoren las cotas de popularidad en las encuestas, son capaces de hacer y prometer las mayores barbaridades, empleando la demagogia, el populismo y la logomaquia.

 Visto lo visto, ¿quién se encargará de hacer frente a la desastrosa situación política, económica y social que tenemos en estos momentos instaladas en esta desguazada España? Porque viendo lo que tenemos, nos da la sensación de que nadie es capaz de transmitir confianza y serenidad. Nos ha tocado vivir la era de la mediocridad en el poder. No basta con celebrar votaciones, que no elecciones, cada cierto tiempo y renovar parlamentos, senados o gobiernos. Han sido dinamitadas escalas de valores y de principios ético y morales, creando grandísimos problemas, problemas que no son capaces de solucionar estos líderes con una gran discapacidad mental.

 Nos viene a la memoria Laurence J. Peter, con su “Principio de Peter”:

 “En una jerarquía todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”.

 Corolario:

 “Con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones”.

 Esto es lo que tenemos actualmente. Así nos luce el pelo.



 

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