Y continuamos ilustrando al doctor Sancheznstein animándole a que lea los libros mencionados en la primera entrega, en la que decíamos que en una serie de ellas íbamos a ver lo que dicen esos libros, amén de ciertos periódicos de la época tales como “Mundo Obrero”, “El Socialista”, “El Debate”, “La traka”, etc.
El libro siguiente que
relacionamos en la primera entrega, es “La semana trágica de la iglesia
española (8-14 octubre 1931)”, autor Víctor Manuel Arbeloa, que fue elegido
en 1979, dentro de las filas del PSOE, primer Presidente del Parlamento de
Navarra. Ocupó
varios puestos más dentro del PSOE, hasta 1.996, en que siendo Presidente de la
Comisión Gestora del PSN-PSOE, dimitió, alejándose de toda actividad política.
“De
parte del Eminentísimo Señor cardenal Secretario de Estado de Su Santidad, me
honro en comunicar a V.E. Rvma. ser
deseo de la Santa Sede que V.E. recomiende a los sacerdotes, a os religiosos y
a los fieles de su diócesis que respeten los poderes constituidos y obedezcan a
ellos para el mantenimiento del orden y para el bien común”.
Como prueba de esta aceptación, el cardenal Vidal y
Barraquer, a propuesta de los obispos catalanes, dirigieron “al ministro de Justicia una carta de saludo
y felicitación, rogándole se sirviera transmitir iguales sentimientos al
Presidente del Gobierno provisional”. En la página 16 se lee la carta:
“Nuestra
misión no es política, sino moral, religiosa y social, y siempre puede el
Gobierno de la República contar con nuestra colaboración y la del clero, aún a
costa de sacrificios, para la labor de armonía y pacificación de los espíritus
en bien de la Religión y de la Patria. Reciba nuestra enhorabuena y esté seguro
que nuestras plegarias no han de faltarle para que Dios ilumine y dé fuerzas al
nuevo Gobierno de España, al cual ruego a V.E. se sirva comunicar los
expresados sentimientos”
Como puede verse,
primera mentira desmontada: la de que en aquellos tiempos había movimientos
eclesiásticos dedicados a derribar la República recientemente constituida. Lo
que sucedía era precisamente todo lo contrario: la República quería destruir y
derribar a la Iglesia, pues los incendios y quemas de templos y conventos al
mes de proclamarse la citada República, así lo demostraron, lo mismo que quedó
demostrado en la revolución de octubre de 1934, sobre todo en Asturias.
Este es otros de los
muchos libros que los de la internacional de la mentira, del odio y del terror
no dicen ni pío.
¿Era este el “vínculo luminoso de
nuestro pasado”, doctor?
Continuará.
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