domingo, 23 de mayo de 2021

La República del doctor Sancheznstein ( X V I )


 Y continuamos ilustrando al doctor Sancheznstein animándole a que lea los libros mencionados en la primera entrega, en la que decíamos que en una serie de ellas íbamos a ver lo que dicen esos libros, amén de ciertos periódicos de la época tales como “Mundo Obrero”, “El Socialista”, “El Debate”, “La traka”, etc.

El libro siguiente que relacionamos en la primera entrega es “¿Por qué fracasó la I I República? Historia documentada de sus errores”, autor José Antonio Navarro Gisbert, Ediciones αltera S.L., 2005, 689 páginas, prologado por Stanley Payne.

 En la página 466 hay un capítulo intitulado “La participación comunista en el Frente Popular”. Se comenta que José Díaz propone emular la “gloria de Asturias”, proponiendo a ésta como ejemplo a seguir en los próximos días. Y afirma este hombre:

 “Pero si hubiera alguna duda, por si las campañas de los enemigos de la URSS prendieran en alguien, y pensaran que tienen razón los cínicos que nos acusan de reformismo, ¡a nosotros!, ¡a los comunistas que cogemos las armas y regamos nuestra sangre los primeros en todos los movimientos, ¡a los que luchan como Juan José Manso, como Simón Díaz, como Aida Lafuente!, ¡a los que derrocaron al capitalismo en la sexta parte del mundo y edifican el socialismo, a los que llevan adelante la revolución en China, donde organizan a cientos de millones de habitantes en soviets. . .  Y decía que para demostrar las tonterías y los embustes de esa gente voy a leer lo que a este respecto decía Lenin, el genio de la revolución . . .”

 La verdad es que viendo esto, uno se echa las manos a la cabeza ¿Qué tendrían que ver Lenin, personaje monstruoso, y el comunismo, régimen dictatorial, con la República que preconizaban los Marañón, Ortega y Gasset, Pérez de Ayala, Unamuno, etc, etc, que era la verdadera República, es decir, la del respeto, la libertad y el orden? Pues sencillamente, nada.

El caos era tal, que la acción de las masas se imponía a la acción del Gobierno, quedando éste totalmente desbordado. El historiador socialista Ramos Oliveira, dice lo siguiente (página 534):

 “Crucificado en la tabla de la ley constitucional, el Gobierno de la República reconquistada asistió enseguida a otras saturnales de la libertad.

En las ciudades ardían otra vez conventos e iglesias, se propagaban las huelgas violentas y se acometían a tiros las facciones políticas, a veces dentro de un mismo partido o en el seno de la clase trabajadora.

 Los diputados se injuriaban y se agredían de obra; cada sesión era un tumulto continuo; y como casi todos los representantes, cabales representantes de la nación iban armados, podía temerse cualquier tarde una catástrofe. En vista de la frecuencia con que se exhibían o insinuaban las armas de fuego, se adoptó la denigrante precaución de cachear a los legisladores a la entrada. Superfluo es anotar que la exaltación de los espíritus condenaba al Parlamento a esterilidad absoluta”.

¿Era este el “vínculo luminoso de nuestro pasado”, doctor? Ya lo decía Pitágoras: Un tonto es conocido por su discurso, y un hombre sabio por su silencio”.

Continuará.



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