miércoles, 26 de mayo de 2021

Poesía del Siglo de Oro, Los mejores romances de la lengua castellana y Rimas y Leyendas de Bécquer ( V I I )





 Continuamos con los libros “Poesía española del Siglo de Oro”, Ediciones 29, Madrid 1990, 113 páginas, "Los mejores romances de la lengua castellana", Edicomunicación, S.A., 1999, 256 páginas, y “Gustavo Adolfo Bécquer. Rimas y Leyendas”, Editorial EDIMAT LIBROS (Ediciones y Distribuciones Mateos), Madrid 1999, 317 páginas incluido “Índice”.

En las páginas 20 a 23 del primer libro, figura una poesía de Garcilaso de la Vega intitulada “A la flor de Gnido”. Dice así:

“Si de mi baja lira
tanto pudiese el son, que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento,
y la furia del mar y el movimiento;

en ásperas montañas
con el suave canto enterneciese
las fieras alimañas,
los árboles moviese,
y al son confusamente los traxese;

no pienses que cantado
sería de mí, hermosa flor de Gnido,
el fiero Marte airado,
a muerte convertido,
de polvo y sangre y de sudor teñido;

ni aquellos capitanes
en las sublimes ruedas colocados,
por quien los alemanes
el fiero cuello atados,
y los franceses van domesticados.

Mas solamente aquella
fuerza de tu beldad sería cantada,
y alguna vez con ella
también sería notada
el aspereza de que estás armada;

y cómo por ti sola,
y por tu gran valor y fermosura,
convertida en viola,
llora su desventura
el miserable amante en su figura.

Hablo de aquel cautivo,
de quien tener se debe más cuidado,
que está muriendo vivo,
al remo condenado,
en la concha de Venus amarrado.

Por ti, como solía,
del áspero caballo no corrige
la furia y gallardía,
ni con freno le rige,
ni con vivas espuelas ya le aflige.

Por ti, con diestra mano
no revuelve la espada presurosa,
y en el dudoso llano
huye la polvorosa
palestra como sierpe ponzoñosa.

Por ti, su blanda musa,
en lugar de la cítara sonante,
tristes querellas usa,
que con llanto abundante
hacen bañar el rostro del amante.

Por ti, el mayor amigo
le es importuno, grave y enojoso;
yo puedo ser testigo
que ya del peligroso
naufragio fui su puerto y su reposo.

Y agora en tal manera
vence el dolor a la razón perdida,
que ponzoñosa fiera
nunca fue aborrecida
tanto como yo dél, ni tan temida.

No fuiste tú engendrada
ni producida de la dura tierra;
no debe ser notada
que ingratamente yerra
quien todo el otro de sí destierra.

Hágate temerosa
el caso de Anaxárate, y cobarde,
que de ser desdeñosa
se arrepintió muy tarde;
y así, su alma con su mármol arde.

Estábase alegrando
del mal ajeno el pecho empedernido,
cuando abaxo mirando
el cuerpo muerto vido
del miserable amante, allí tendido.

Y al cuello el lazo atado,
con que desenlazó de la cadena
el corazón cuitado,
que con su breve pena
compró la eterna punición ajena.

Sintió allí convertirse
en piedad amorosa el aspereza.
¡Oh tarde arrepentirse!
¡Oh última terneza!
¿Cómo te sucedió mayor dureza?

Los ojos se enclavaron
en el tendido cuerpo que allí vieron,
los huesos se tornaron
más duros y crecieron,
y en sí toda la carne convirtieron;

las entrañas heladas
tornaron poco a poco en piedra dura;
por las venas cuitadas
la sangre su figura
iba desconociendo y su natura;

hasta que finalmente
en duro mármol vuelta y trasformada,
hizo de sí la gente
no tan maravillada
cuanto de aquella ingratitud vengada.

No quieras tú, señora,
de Némesis airada las saetas
probar, por Dios, agora;
baste que tus perfectas
obras y fermosura a los poetas

den inmortal materia,
sin que también en verso lamentable
celebren la miseria
de algún caso notable
que por ti pase triste y miserable”.

Nota.- Observarán que hay palabras tales como “traxese”, “fermosura”, “agora” y “abaxo”, que se usan actualmente en el bable asturiano. No se comprende muy bien cómo se admite esto, ya que con lo “progresistas” y “avanzados” que somos se permita retroceder a la mitad del siglo X V I, tiempo de Garcilaso de la Vega.

En el segundo libro, en las páginas 76 y 77 figura “Romance del infante vengador”, que dice:

 

“¡Helo, helo por do viene

el infante vengador,

caballero a la jineta

en caballo corredor,

su manto revuelto al brazo,

 

 

demudada la color,

y en la su mano derecha

un venablo cortador!

Con la punta del venablo

sacaría un arador.

 

Siete veces fue templado

en la sangre de un dragón,

y otras tantas afilado

porque cortase mejor;

el hierro fue hecho en Francia

 

 

y el asta en Aragón;

perfilándoselo iba

en las alas de su halcón.

Iba buscar a don Cuadros,

a don Cuadros el traidor,

 

 

allá le fuera a hallar

junto del emperador.

La vara tiene en la mano,

que era justicia mayor.

Siete veces lo pensaba

 

 

si lo tiraría o no,

y al cabo de las ocho

el venablo le arrojó.

Por dar al dicho don Cuadros,

dado ha al Emperador;

 

 

pasado le ha manto y sayo,

que era de un tornasol;

por el suelo ladrillado

más de un palmo lo metió.

Allí le habló el rey,

 

 

bien oiréis lo que habló:

-¿Por qué me tiraste, infante?

¿Por qué me tiras, traidor?

-Perdóneme tu alteza,

que no tiraba a ti, no;

por eso, delante de ti,

buen rey, lo desafío yo.-

Todos fían a don Cuadros,

y al infante no fían, no,

sino fuera una doncella,

hija es del emperador,

que los tomó por la mano,

y en el campo los metió.

A los primeros encuentros

Cuadros en tierra cayó.

Apeárase el infante,

la cabeza le cortó,

y tomárala en su lanza

y al buen rey la presentó.

De aquesto vido el rey

con su hija le casó”

 

 

En el tercer libro figura una rima de Bécquer en la página 36. Dice así:

“Del salón en el ángulo oscuro,

De su dueño tal vez olvidada;

Silenciosa y cubierta de polvo

Veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,

Como el pájaro duerme en las ramas,

Que sabe arrancarla!

¡Ay! -  pensé - ¡Cuántas veces el genio

Así duerme en el fondo del alma,

Y una voz, como Lázaro, espera

Que le diga: ‘Levántate y anda’!”

Continuará.



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