Continuamos con los libros “Poesía española del Siglo de Oro”, Ediciones 29, Madrid 1990, 113 páginas, "Los mejores romances de la lengua castellana", Edicomunicación, S.A., 1999, 256 páginas, y “Gustavo Adolfo Bécquer. Rimas y Leyendas”, Editorial EDIMAT LIBROS (Ediciones y Distribuciones Mateos), Madrid 1999, 317 páginas incluido “Índice”.
En las páginas 20 a 23 del primer libro,
figura una poesía de Garcilaso de la Vega intitulada “A la flor de Gnido”.
Dice así:
“Si de mi
baja lira
tanto pudiese el son, que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento,
y la furia del mar y el movimiento;
en ásperas
montañas
con el suave canto enterneciese
las fieras alimañas,
los árboles moviese,
y al son confusamente los traxese;
no pienses
que cantado
sería de mí, hermosa flor de Gnido,
el fiero Marte airado,
a muerte convertido,
de polvo y sangre y de sudor teñido;
ni aquellos
capitanes
en las sublimes ruedas colocados,
por quien los alemanes
el fiero cuello atados,
y los franceses van domesticados.
Mas
solamente aquella
fuerza de tu beldad sería cantada,
y alguna vez con ella
también sería notada
el aspereza de que estás armada;
y cómo por
ti sola,
y por tu gran valor y fermosura,
convertida en viola,
llora su desventura
el miserable amante en su figura.
Hablo de
aquel cautivo,
de quien tener se debe más cuidado,
que está muriendo vivo,
al remo condenado,
en la concha de Venus amarrado.
Por ti, como
solía,
del áspero caballo no corrige
la furia y gallardía,
ni con freno le rige,
ni con vivas espuelas ya le aflige.
Por ti, con
diestra mano
no revuelve la espada presurosa,
y en el dudoso llano
huye la polvorosa
palestra como sierpe ponzoñosa.
Por ti, su blanda
musa,
en lugar de la cítara sonante,
tristes querellas usa,
que con llanto abundante
hacen bañar el rostro del amante.
Por ti, el
mayor amigo
le es importuno, grave y enojoso;
yo puedo ser testigo
que ya del peligroso
naufragio fui su puerto y su reposo.
Y agora en
tal manera
vence el dolor a la razón perdida,
que ponzoñosa fiera
nunca fue aborrecida
tanto como yo dél, ni tan temida.
No fuiste tú
engendrada
ni producida de la dura tierra;
no debe ser notada
que ingratamente yerra
quien todo el otro de sí destierra.
Hágate
temerosa
el caso de Anaxárate, y cobarde,
que de ser desdeñosa
se arrepintió muy tarde;
y así, su alma con su mármol arde.
Estábase
alegrando
del mal ajeno el pecho empedernido,
cuando abaxo mirando
el cuerpo muerto vido
del miserable amante, allí tendido.
Y al cuello
el lazo atado,
con que desenlazó de la cadena
el corazón cuitado,
que con su breve pena
compró la eterna punición ajena.
Sintió allí
convertirse
en piedad amorosa el aspereza.
¡Oh tarde arrepentirse!
¡Oh última terneza!
¿Cómo te sucedió mayor dureza?
Los ojos se
enclavaron
en el tendido cuerpo que allí vieron,
los huesos se tornaron
más duros y crecieron,
y en sí toda la carne convirtieron;
las entrañas
heladas
tornaron poco a poco en piedra dura;
por las venas cuitadas
la sangre su figura
iba desconociendo y su natura;
hasta que
finalmente
en duro mármol vuelta y trasformada,
hizo de sí la gente
no tan maravillada
cuanto de aquella ingratitud vengada.
No quieras
tú, señora,
de Némesis airada las saetas
probar, por Dios, agora;
baste que tus perfectas
obras y fermosura a los poetas
den inmortal
materia,
sin que también en verso lamentable
celebren la miseria
de algún caso notable
que por ti pase triste y miserable”.
Nota.- Observarán que hay
palabras tales como “traxese”, “fermosura”, “agora” y “abaxo”, que se usan
actualmente en el bable asturiano. No se comprende muy bien cómo se admite
esto, ya que con lo “progresistas” y “avanzados” que somos se permita
retroceder a la mitad del siglo X V I, tiempo de Garcilaso de la Vega.
En el segundo libro, en las
páginas 76 y 77 figura “Romance del infante vengador”, que dice:
|
“¡Helo, helo por do viene |
||
el infante vengador, |
|||
caballero a la jineta |
|||
en caballo corredor, |
|||
su manto revuelto al brazo, |
|
|
|
demudada la color, |
|||
y en la su mano derecha |
|||
un venablo cortador! |
|||
Con la punta del venablo |
|||
sacaría un arador. |
|
||
Siete veces fue templado |
|||
en la sangre de un dragón, |
|||
y otras tantas afilado |
|||
porque cortase mejor; |
|||
el hierro fue hecho en Francia |
|
|
|
y el asta en Aragón; |
|||
perfilándoselo iba |
|||
en las alas de su halcón. |
|||
Iba buscar a don Cuadros, |
|||
a don Cuadros el traidor, |
|
|
|
allá le fuera a hallar |
|||
junto del emperador. |
|||
La vara tiene en la mano, |
|||
que era justicia mayor. |
|||
Siete veces lo pensaba |
|
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si lo tiraría o no, |
|||
y al cabo de las ocho |
|||
el venablo le arrojó. |
|||
Por dar al dicho don Cuadros, |
|||
dado ha al Emperador; |
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pasado le ha manto y sayo, |
|||
que era de un tornasol; |
|||
por el suelo ladrillado |
|||
más de un palmo lo metió. |
|||
Allí le habló el rey, |
|
|
|
bien oiréis lo que habló: |
|||
-¿Por qué me tiraste, infante? |
|||
¿Por qué me tiras, traidor? |
|||
-Perdóneme tu alteza, |
|||
que no tiraba a ti, no; por
eso, delante de ti, buen
rey, lo desafío yo.- Todos
fían a don Cuadros, y
al infante no fían, no, sino
fuera una doncella, hija
es del emperador, que
los tomó por la mano, y
en el campo los metió. A
los primeros encuentros Cuadros
en tierra cayó. Apeárase
el infante, la
cabeza le cortó, y
tomárala en su lanza y
al buen rey la presentó. De
aquesto vido el rey con
su hija le casó” |
|
|
En el tercer libro figura una rima de Bécquer en la página 36. Dice así:
“Del
salón en el ángulo oscuro,
De
su dueño tal vez olvidada;
Silenciosa
y cubierta de polvo
Veíase
el arpa.
¡Cuánta
nota dormía en sus cuerdas,
Como
el pájaro duerme en las ramas,
Que
sabe arrancarla!
¡Ay!
- pensé - ¡Cuántas veces el genio
Así
duerme en el fondo del alma,
Y
una voz, como Lázaro, espera
Que
le diga: ‘Levántate y anda’!”
Continuará.
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