Continuamos con las poesías del libro “La Patria española”, del que ya hemos comentado algo en nuestro primer artículo. En la página 46, hay una poesía dedicada a Santander. El autor es Marcelino Menéndez Pelayo. Dice así:
“Puso
Dios en mis cántabras montaña
Auras
de libertad, tocas de nieve
Y
la vena de hierro en sus entrañas;
Tejió
del roble de la adusta sierra,
Y
no del frágil mirto, su corona,
Que
ni falerna vid, ni ático olivo,
Ni
siciliana mies ornan sus campos,
Ni
allí rebosan las colmadas trojes,
Ni
rueda el mosto en el lagar hirviente;
Pero
hay bosques repuestos y sombríos,
Misterioso
rumor de ondas y vientos,
Tajadas
hoces y tendidos valles
Más
que el heleno Tempe deleitosos,
Y
cual baño de náyades, la arena
Que
besa nuestro mar; y sus mugidos,
Como
de fiera en coso perseguida,
Arrullo
son a la gentil serrana,
Amor
de Roma, y espantable al vasco,
Pobre
y altiva, y, como pobre, hermosa”.
Continuará.
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