Entre las perlas lingüísticas con que nos obsequian hoy día con verdadera profusión y entusiasmo, alborozados por haberse conocido, los doctores y doctoras que gracias al doctor máximo dirigen nuestros sufridos destinos, no he oído destacar una cuya autoría no recuerdo con seguridad pero que deduzco por el tema que podría haber sido emanada por la señora ministra de Sanidad y que escuché ya hace días: en ella, anunciaba gozosamente la próxima disposición y dispensación de la esperada vacuna individual (sic), en un nuevo escorzo o dribling a nuestro tan caprichosamente tratado Diccionario de la RAE más escuetamente conocido como DRAE.
Cuando escuché semejante, y por el tono, feliz noticia, en
principio “me
quedé varado como se quedan los barcos en la Curva de Pachico” en la ría de
Avilés (1) y después pensé y al pensar casi sentí vergüenza por mi lamentable y
culpable falta de información ya que en mi mente estaba el que todas las
vacunas que se venían aplicando hasta el momento eran individuales y no colectivas
como podría desprenderse por lógica deducción a partir del ministerial
comunicado, resultando por tanto poco justificable la alegría que acompañaba a
la noticia, al significar el hecho, un paso atrás. De ahí mi inmediata y
dubitativa desazón.
Para librarme de la expresada pesadumbre, repasé en mi
modesto intelecto las palabras junto con el texto y contexto que había
escuchado por radio y por fin, tras no poco complicados razonamientos y
deducciones, llegué a la conclusión de que en una nueva y brillante interpretación
de nuestro riquísimo vocabulario, al decir vacuna individual, la eminente y
emanante doctora se refería a vacuna monodosis o sea, descendiendo a nivel
popular, vacuna de un pinchazo y no de dos para entendernos los alejados de la
ilustre y culta casta dominante. Fue un descanso el haber descifrado la idea, y
muy de agradecer que dicha casta haga trabajar nuestras neuronas a través del
proceso interpretativo que se requiere para la correcta comprensión de su selecto
lenguaje. Por contra, la deducción también me produjo un pesar, por haberme
defraudado el constatar la evidencia de que no existe por el momento una vacuna
colectiva que, sin duda añadiría un importante plus de rapidez a la campaña en
marcha.
Poco duró mi satisfacción por haber logrado aclarar
complicados conceptos lingüísticos de última moda porque ayer mismo, leo entre
sorprendido y confuso lo que María Jesús Montero, ministra portavoz ha dicho al
referirse al discutido caso de la entrada en España y a un hospital de Logroño de
Brahim Ghali, líder del Frente Polisario y presidente de la RASD. Pues bien,
parece ser que la citada ministra portavoz ha manifestado que el también citado
líder, no utilizó en el caso que nos ocupa una identidad falsa sino que solo
utilizó una identidad distinta o sea que más o menos se convirtió en otra
persona por extrañas y mágicas artes (esto lo añado yo para intentar aclarar un
tanto el caso). Esta persona fue inscrita parece ser como Mohamed Bebantouche,
“paciente desplazado”, “extranjero de nacionalidad desconocida” pero con
pasaporte. Extraña explicación que convierte a Ghali en un nuevo Rocambole de
camaleónica personalidad.
Bien está que cada uno “acerque el ascua a su sardina” y
utilice los argumentos que estime necesarios para justificar unos hechos de
difícil justificación pero lo que no está tan bien es que un día tras otro los
miembros de la actual clase dirigente, crean que los demás ciudadanos somos tontos
o que nos tomen por tales. El caso Ghali viene a añadirse a la colección de trampas,
chapuzas y componendas que ya son carta de identidad de un gobierno elaborado
como contraprestación de vergonzosos pactos. Por ello, y siguiendo con
refranes: “así nos luce el pelo” y así nuestra credibilidad y prestigio tanto
nacionales como internacionales, caminan desde mínimos hacia la nada. Ojalá
tengan fruto cercano estos vientos de cambio que se aprecian. En este juego
tiene hoy en su poder algunos ases Pablo Casado como teórico líder de la
oposición, pero este hombre está empeñado en dar “la de arena” y es de temer
que no sepa rematar el juego con acierto. Su proceder es el que respalda esta
sospecha. De sabios es rectificar y que me perdone la intromisión.
( 1 ) Expresión que yo escuché de labios del propio Pachico,
marino vasconavarro pariente mío que tenía su casa cimentada en la misma ría de
Avilés, en el entorno de esa peligrosa curva en la que las embarcaciones, si
había un descuido en la maniobra, podían quedarse varadas, embarrancadas o encalladas.
Francisco Alonso-Graña del Valle
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