Así se intitula el libro escrito por Valentín González “El Campesino”, Editorial Maracay, Venezuela, 366 páginas, incluido “Índice”.
Como decíamos en las anteriores entregas, en esta
última, y otras que hemos escrito, veríamos lo que nos dice El Campesino en
este libro en los Capítulos que ya hemos indicado en la primera entrega, sobre
el “paraíso comunista”, que era la base del “porvenir radiante de la
Humanidad”.
En el anterior artículo comentábamos que en éste
veríamos algo sobre lo que nos dice El Campesino en el Capítulo intitulado “El
trágico destino de los refugiados españoles”, páginas 285 a 307,
concretamente en los apartados “El oro en Cartagena” y “Los
aprovechados comunistas franceses”, páginas 288 a 292. En el primer
apartado se lee:
“Las cajas conteniendo el precioso metal
fueron depositadas en la Caleta, donde se guardaban los explosivos. Cargadas en
un barco por artilleros comunistas, salieron con rumbo a Odesa el 25 de octubre
( I ).
Hízose todo en medio del mayor misterio y
como si se tratara de un robo.
Y eso fue: un intenso robo hecho el pueblo
español.
Yo o lo sabía o no lo comprendía entones;
ahora que lo sé, el recuerdo de mi involuntaria complicidad me llena de indignación
contra mí mismo y contra sus organizadores conscientes.
Estoy convencido de que el propio José
Díaz debió sentirse profundamente arrepentido antes de su trágica muerte en su
amargo destierro de Tiflis”.
En el segundo apartado, nos dice “El Campesino:
“¿Fue éste el único robo hecho al pueblo
español? Cuando entré en la importante ciudad de Lérida, por medio de un golpe
audaz, descubrí en un sótano una gran cantidad de otro y la mejor emisora que,
según me dijeron, había en Cataluña. La emisora se la regalé a Luis Companys,
el Presidente de la Generalidad que vino personalmente a felicitarme. El oro se
lo llevó al comunista Hungría en tres camiones, con orden de entregárselo a
José Díaz y a la Pasionaria. Por José Díaz supe más tarde que había sido
trasladado a Francia y entregado a Mauricio Thorez, secretario general del
Partido Comunista francés.
Durante la última fase de la dramática
batalla de Cataluña, en el castillo de Figueras fueron cargados seis camiones
de oro en barras y de valiosas joyas.
Dirigió la operación el comandante Manolo,
jefe del batallón especial de Líster. Fue volado el castillo para poder
encubrir mejor el robo.
Cuatro días permanecieron ocultos en un
bosque hasta que se presentaron a recogerlos quince comunistas franceses,
vistiendo el uniforme de guardias móviles. Como los dos camiones de Lérida, los
de Figueras fueron a manos del mismo Mauricio Thorez.
Además de estos preciosos cargamentos – y
otros que desconozco – el Partido Comunista Francés recibió del doctor Negrín
dos mil quinientos millones de francos para la compra de material de guerra y
para propaganda; varios millones más para la fundación y el sostenimiento del
diario ‘Ce Soir’, y otros muchos para la adquisición de doce barcos mercantes,
que los comunistas franceses se negaron a reintegrar”.
Las últimas palabras de El Campesino en este libro
son:
“En España, como en la U.R.S.S., el
Destino quería que yo venciese a la muerte.
Hambriento, agotado, con las ropas
destrozadas, llegué dos días después a la frontera iranesa.
¿No era aquélla la mayor hazaña de mi
vida?
Sentía el pecho henchido de orgullo.
Había vencido a la peor tiranía conocida.
¡Había conquistado mi libertad!
( I ) “Recientemente he tenido oportunidad de leer
un folleto de Indalecio Prieto ‘Intrigas de los rusos en España’, con una
referencia al mismo embarque, que descubrió por casualidad, y con otros datos
de gran interés, sobre el asunto del oro entregado por Negrín a los comunistas”.
Como siempre decimos, libro recomendado para los
“historieteros” de la “memoria histórica”.
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