El odio que se tiene a España y a su unidad, viene de
muy lejos promocionado y auspiciado por la Leyenda Negra, inventada y forjada
por naciones extranjeras. Pero actualmente, este odio ya no viene del
extranjero: nace en la propia Patria de la mano de los separatismos, y de la
mano también de los de la internacional de la mentira, del odio y del terror.
Como ya saben, ciertos presidentitos de eso que llaman
Comunidades Autónomas (una de las ruinas de la nación, como ya hemos escrito
varias veces) arremeten, lanza en ristre, contra España y contra los gobiernos
centrales que, en el fondo, son la máxima representación política e
institucional de nuestra Nación.
Estas embestidas contra España, se basan en argumentos
y temas llenos de embelecos y mentiras históricas, que les sirven para la
justificación de comportamientos fuera de tono, e incluso delictivos.
Por otra parte, el comportamiento de los partidos
políticos es poco menos que execrable. Unos por cobardía, y otros, con sus
propuestas y doctrinas decimonónicas, que trajeron a la Humanidad miseria y
terror, atacan las bases fundamentales de todo Estado de derecho para hacerse
con el poder sea como sea, y erigirse en “grandes timoneles”. Y una vez
instalado en él, bota, bozal, grillete, odio, mentira, terror, oír, ver y
callar.
Pero, claro, oiga, estos “internacionalistas”,
pandilleros políticos ellos, se frotan las manos ante tanta cobardía. Y es que
se puede acabar con todo esto, no con violencia, sino apoyando con firmeza la
aplicación de la Ley a las provocaciones de dichos “internacionalistas” que
atacan a España por los cuatro costados con su barbarie populista y demagógica.
Ustedes ya nos entienden.
El radical catalanista Bonaventura Gassol i Rovira,
uno de los fundadores en 1931 de ERC, dijo en su día:
“Nuestro
odio contra la vil España es gigantesco, loco, grande y sublime. Hasta odiamos
el nombre, el grito y la memoria, sus tradiciones y su sucia historia”.
Sin comentarios.
Sobre este tema próximamente comentaremos los libros “España
contra Cataluña” y “La nación falsificada”
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