sábado, 21 de diciembre de 2024

Los asesores y la competitividad

 


Cualquier medida de tipo económico que se tome, requiere un estudio previo para saber el efecto que tendrá sobre las empresas, ya que éstas son los pilares de cualquier Estado normalmente constituido.

Para empezar, la reducción del déficit público, tiene que ser el primer y principal objetivo de cualquier gobierno. Y para esto creemos que no hacen falta cientos y cientos de asesores, como tiene en estos momentos Su Sanchidad, y como tenía el Bobo Solemne. Y aún con este “asesoramiento”, el déficit público en España alcanzó, y alcanza, cotas estratosféricas.

 Además, cuando se dispara el déficit, hay un efecto dominó espantoso: dicho déficit impulsa la presión fiscal, bien directa o indirectamente. A su vez, esta presión trae como consecuencia aumentos e incrementos de todo tipo de costes: desde el aumento del precio del transporte y de la energía, como consecuencia de los impuestos sobre los carburantes, hasta el aumento del IRPF. Esto, a su vez, trae otra consecuencia: los asalariados, como es lógico, intentan pactar otros sueldos que serían inasumibles por la empresa.

 También hay que tener en cuenta que la financiación de ese déficit supone el aumento de las cargas financieras de las empresas. Mientras el Estado gaste más de lo que recauda, pondrá a las empresas en un grave aprieto, que derivará en una desastrosa economía nacional como la que estamos viviendo. . .  aunque claro, oiga, a este gobierno parece que le preocupa más la recaudación, y el bombardeo ideológico, que la competitividad de las empresas.

 Y terminamos con unos datos que poco se comentan: cuando José María Aznar dejó el gobierno en el año 2004, la deuda pública era de 390.000 millones de euros. Después, cuando el Bobo Solemne dejó el gobierno en 2011, la deuda era casi de un BILLÓN de euros, y hoy, en pleno “sanchismo” es de más de un BILLÓN Y MEDIO ¿Será esto la “regeneración democrática”?




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