Los predecesores de Carlos Marx.
Como decíamos en el anterior capítulo, Carlos Marx ha
sido usurpador de varias teorías que habían sido expuestas mucho antes que él
expusiese la suya, como las de Pedro José Proudhon y Guillermo Weitling. El
primero, que también copió lo suyo, se atribuye la frase de que “la
propiedad es un robo”. Esta frase ya la había dicho B. de Warville en
1.780, 60 años antes de que apareciese en su obra “¿Qué es la
propiedad?”, publicada en 1.840.
En lo que Proudhon fue original es en el asunto de la
doctrina colectivista, contradictoria en muchos aspectos. También fue un
teórico comunista en un principio, pero a los 37 años se desató furibundamente
contra el sistema. Tenía un carácter extremadamente revolucionario. Se
consideraba en este terreno un autodidacta, aunque su conducta y normas de vida
estaban plagadas de errores y prejuicios.
Era enemigo acérrimo de cualquier tipo de
religión, especialmente la cristiana. Su obra “Oración a Lucifer”,
llena de errores e impiedades, así lo demuestra. También era masón y fue
“galardonado” con el título de Santón, título que se le concedió
por la secta en pleno.
Sobre la frase antes comentada, copiada de
Brissot de Warville, textualmente dijo:
“La definición de la propiedad es mía, y toda
mi ambición es probar que he comprendido su significado y extensión ¡La
propiedad es un robo! No se dicen en mil años palabras como éstas. No poseo en
la tierra otro bien que esta definición de la propiedad, pero la aprecio más
que los millones de Rotschild, y me atrevo a consignar que será el
acontecimiento más considerable del reinado de Luis Felipe”.
Nos dice también, gratuitamente, que la sociedad
se asiente en estos tres principios:
“Soberanía en la voluntad del hombre,
interpretada como despotismo
.Desigualdad de clases y fortunas; y
Propiedad”.
La “explicación” de estos principios, según él,
es que el despotismo y la desigualdad son consecuencia de la propiedad y
considera a ésta una injusticia. Y como quiera que la igualdad es justicia, al
no existir aquélla, es cuando se produce una organización social totalmente
arbitraria.
En donde ya pierde completamente el norte,
viéndose la vulnerabilidad de su doctrina y de sus razonamientos, es cuando
afirma que “la justicia distributiva consiste en la igualdad”.
Disparate mayúsculo, porque la justicia verdadera en cualquier aspecto del
quehacer humano, consiste en dar a cada uno según sus méritos, obras, etc.
A los propietarios los tildaba de “animal
esencialmente libidinoso, sin virtud, sin vergüenza; buitre que se cierne con
los ojos fijos sobre la presa, dispuesto a caer sobre ella y devorarla”.
También lo califica de “león que, como el de la fábula, se aplica a sí mismo
todas partes”. ( I )
Con pedantería infumable, que nos recuerda a
algún que otro intelectualillo marxista de medio pelo, afirma:
“Concluí la obra que me propuse: la propiedad
está vencida; no se levantará jamás. Por donde quiera que se lea o comunique
este discurso, allí quedará depositado un germen de muerte para la propiedad”.
Quizá la base de toda la ideología de este
hombre sea la anarquista. En sus teorías comparadas, establece las dos fases
comunes a toda idea ideología: la tesis y la antítesis, estando representada la
primera por la propiedad y la segunda por la comunidad.
Como es de suponer, la verdad estará en el tercer concepto, es decir, en
la síntesis, que para Proudhon no es otra cosa que la libertad.
Gran contradicción: si hay libertad, ésta
conlleva la propiedad, concepto que tanto odiaba.
Donde verdaderamente se ve su anarquismo es que
abominaba de la república, de la democracia, de la aristocracia y ¡quién lo
diría!, de los gobiernos mixtos. Le preguntaron entonces que qué era.
Respondió “¡Yo soy anarquista!”. Veámoslo:
“Anarquía, ausencia de señor, de soberano,
tal es la forma de gobierno a que de día en día nos vamos aproximando”.
Hombre de mente cerrada, encasillada y
encasquillada, detesta la economía, la historia y, por supuesto, la religión:
“Si la religión no pasa de ser algo así como
un cuento de brujas para imaginaciones infantiles, cuando se relaciona con
política o filosofía es despreciable”
Como decíamos al principio, a los 37 años de
edad se declaró como uno de los mayores enemigos del comunismo. Así lo
corrobora en la obra “Sistema de las contradicciones económicas o
filosóficas de la miseria”, que escribió en 1.846. Dice que el socialismo
es una logomaquía:
“Como hombre de realización y de progreso,
aborrezco con todas mis fuerzas el socialismo, vacío de ideas, impotente,
inmoral, propio, únicamente, para formar tontos y estafadores . . . En
presencia de ese desvergonzado sensualismo, de esa literatura fangosa, de esa
mendicidad sin freno, de ese embrutecimiento de espíritu y de corazón que
empieza a apoderarse de una parte de los trabajadores, yo estoy puro de las
infamias socialistas”.
Estas concepciones de Proudhon, marcaron, por
así decirlo, la divisoria de los dos sistemas socialistas: el francés,
representado por éste, y el alemán por Carlos Marx. Éste, mintiendo como casi
siempre, aseguró una y mil veces que su antagonista nunca le había enseñado
nada. Falso. Fue Proudhon quien manifestó que al socialismo político le
sucedería el “socialismo científico”, tarea a la que se dedicó el judío
diciendo y pretendiendo que había sido él el que había marcado la pauta para la
tal sucesión.
Como nos hemos extendido un poco, dejaremos para
el próximo capítulo al otro protagonista de los predecesores de Marx: Guillermo
Weitling.
( I ).- ¿Estarán
de acuerdo con esto Pablo Iglesias Turrión, Víctor Manuel San José, y demás
pléyade de ricachones comunistas y socialistas?
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario