Pensamientos y reflexiones ( L V I I I )

 

Algo sobre política y políticos.

 Muchos, muchas y “muches”, cuando la situación lo requiere, hablan de la “opinión de la calle”, confundiéndola con la opinión pública. No comprenden ni saben que la primera es sencilla y llanamente vocerío. El verdadero gobernante es el primero que debería distinguir estas “opiniones”, pero pedir esto ahora es como pedir peras al horno, que diría un votante sociata.

 

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El pueblo, con el paso del tiempo,  se cansa de que esté gobernado por gente que actúa con freno, bota, bozal, brida, rienda, cabestro, etc. Pronte se verá.

 

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Hay sujetos, sujetas y “sujetes” que hablan como grandes oradores, sin enterarse “el pueblo soberano” del populismo, de la demagogia y de la logomaquia que usan, lo que hace que dicho pueblo los aplauda con apasionado frenesí y exaltación.

 

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Cambiando constantemente de criterio y de opinión, “el pueblo soberano” dudará y recelará de quien esto haga.

 

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Los de la internacional de la mentira, del odio y del terror, hablan mucho de revoluciones, cuando en realidad fueron y son motines y conmociones violentas ya que, entre otras cosas, fueron, y son hechas, por sentimientos más que por ideas.

 

 

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Un verdadero político tiene que respetar al adversario.

 

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Una de las cosas más execrables y detestables de los políticos es cuando se convierten en malos, pícaros y dañosos de la honra, fama y gloria del adversario.

 

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Como ya saben, las operaciones básicas son sumar, restar, multiplicar y dividir. Pero tales operaciones también se usan en política, ya que el político “suma” cuando le interesa; resta lo menos viable y posible; multiplica con interés y tacto, y divide, fracciona, fragmenta y descuartiza al adversario hasta transformarlo en polvo o “fango”, oiga.

 

Continuará.