A poco que uno se fije en lo
que ve, oye y lee, descubre un panorama poco menos que desolador en nuestros
jóvenes, ya que ellos mismos se confiesan consumistas, agnósticos o ateos,
perezosos, desconfiados e infelices, en el sentido de no ser feliz, ya que la
otra acepción, según los “inmortales” de la RAE, infeliz es “bondadoso y apocado”.
A algunos les preocupa la
violencia “doméstica”, la droga, el paro, el terrorismo y pocas cosas más. Ante
muchas cosas son indiferentes y abúlicos, no importándoles la pobreza, la
corrupción de los políticos, la inseguridad ciudadana y, por supuesto, les
importa un bledo, dos cominos y tres dídimos la unidad de España. Leen muy
poco. Dicen que “pasan” de la política, pero se declaran de izquierdas. No
tienen sentido del deber.
Casi por unanimidad rechazan
la prensa, el Ejército y la Justicia. Pero por lo que verdaderamente sienten una
gran aversión, a la vez que un desprecio total y absoluto, es por la Iglesia Cristiana.
Y no digamos ya por la
Católica, a la que achacan todas las típicas y tópicas
acusaciones vertidas por los “mass-media”, tras los que se esconden toda una
pléyade de intelectualillos de medio pelo que, como las pulgas, no muerden,
pero hacen todo el daño que pueden. Bueno . . . algunos ya no pueden, pero en
su día transmitieron, pluma en ristre, toda una serie de barbaridades contra
“la infame”.
Aplauden y son partidarios
del “botellón”, y exigen “botellódromos”. Y si a todo esto unimos que no tienen
referentes éticos ni morales, y que la Educación para la Ciudadanía “zapateril” se
instaló en las aulas hace tiempo, la alarma y la alerta están servidas.
En una palabra: lo más triste
que se desprende de todo esto es que no sienten ninguna inquietud por todo
aquello por lo que merece la pena vivir y luchar. La ausencia de valores es
total.
Y terminamos con unos
disparates descomunales de esta juventud.
La ignorancia, por ejemplo,
en gramática, historia y geografía, es de asustar. Escriben “habrazo”, y dicen
que un melómano es el que cultiva melones. Otros dicen que el gentilicio de los
habitantes de Inglaterra es “inglaterrenses”.
Dicen que “ayer ocurrió un
choque de coches”. Lo correcto es “ayer tuvo lugar. . .”
En una ocasión le preguntaron
a una muchacha si Gadafi debía dejar Libia, a lo que respondió que si no se
llevaban bien con ella, podía dejarla y divorciarse.
A otro joven le preguntaron
que dónde estaba el Canal de la Mancha, a lo que respondió que entre Cuenca y
Ciudad Real, y que gracias a este canal se hizo del trasvase Tajo-Segura.
Otro respondía que los
terremotos se producían por ondas “rítmicas”.
En fin, sin comentarios
¡Menuda España 2030 o 2050 nos espera, si es que el mundo existe!
No hay comentarios:
Publicar un comentario