Algo sobre política y políticos.
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El pavor, el temor, el temblor, la desilusión, la
decepción, el desaliento, el abatimiento, etc, etc, son los mayores garantes de
la ineptitud, de la impericia, del desacierto, del error,¸etc, de un gobierno,
por mucho que se hable de “regeneración democrática” y de la “máquina del fango”.
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Hay muchos, muchas y “muches” que hablan y hablan sobre
civilización, o civilizaciones. Nada dicen que estamos inmersos en una
incultura y en una ignorancia, pero, claro, oiga, sí dicen que “avanzamos”, que
“pregresamos”, que “triunfamos”, que . . .
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El mutismo y el silencio bien manipulados y utilizados,
son dos artefactos efectivos y firmes para atacar el adversario. Y si se domina
a los “mass-media”, el asunto está concluido.
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Hay políticos, políticas y “politiques” que cuando
hablan al “pueblo soberano” están seguros de que tras sus discursos llenos de
populismo, de demagogia y de logomaquia, vendrán los aplausos.
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Quien está en el primer puesto como “puto amo”, nunca
lo dejará voluntariamente.
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El sujeto, “sujeta” o “sujete” que gobierne, procura
estar rodeado de “colaboradores” escogidos. Le importa un bledo, dos cominos y
tres dídimos que sean clarividentes, lúcidos, ingeniosos, cultos, etc. Lo
principal es que sigan el manual del “agit-prop”.
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Hay gobernantes que les tiembla el pulso cuando tienen
que actuar para conseguir el bien común. Obviamente, tendrían que dejar el
poder, pero, claro, oiga, caca de la vaca flaca.
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La persona que está en un gobierno y que presume de
que no se equivoca y que tiene siempre razón, es de lo más aciago, nefasto,
fatídico y peligroso que pueda tener una nación.
Continuará.
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