El feminismo semántico que pulula dentro de los “muros
de la Patria mía”, es de lo más incoherente y contradictorio. Y que nadie
piense cosas raras. Somos partidarios de la igualdad de sexos, que no de
género, (no tiene nada que ver una cosa con la otra) en todo lo que se refiere
a derechos y también a obligaciones.
Como sabrán, hay una
asociación llamada MENSA ( I ), fundada en Inglaterra en 1946, que agrupa a las personas superdotadas y que
tienen, obviamente, un elevadísimo cociente o coeficiente intelectual. Aquí no
hay paridad que valga: unas veces hay más mujeres que hombres y viceversa. Como dato curioso, comentar que Mila E.
Freire, fue la primera mujer presidente de dicha asociación que estuvo a la
cabeza de los superdotados de España. Y decimos la presidente en vez de la
presidenta porque si en lugar de emplear este calificativo, empleásemos el de
responsable, a nadie se le ocurriría decir la “responsabla”.
Freire es profesora de música,
licenciada en Filología Hispánica y Ciencias Políticas y
superdotada
Y si se admite esto,
entonces habrá que decir “machistos” ¿Se acuerdan de aquello “’ista, ista,
Zapatero es feminista”? Habría que decir entonces “¡isto, isto, Zapatero es
feministo!”.
El feminismo actual,
que coherentemente tendría que llamarse “feminisma” lo único que hace es
fomentar la discriminación del varón. Confunden la diferencia que hay entre
hombre y mujer por razones fisiológicas y biológicas, con la desigualdad. No
nos imaginamos a una mujer embarazada de
siete u ocho meses practicando el salto
de altura normal o con pértiga, o participando en una vuelta ciclista, por no
decir más cosas.
Además, hay quien
considera que penalizar el aborto es violencia machista. Hasta aquí hemos
llegado.
Donde verdaderamente
hay discriminación de la mujer es en el mundo islámico, como ya es sabido ¿Por
qué no reaccionan estas feministas con la misma contundencia y rabia ante las
ablaciones de clítoris o los burkas, por no mentar otras cosas? ¿Será por
aquello de la “alianza de civilizaciones?
( I ).- Esta palabra
proviene del latín “mesa”, refiriéndose a la Mesa Redonda del Rey Arturo, mesa
en la que todos eran iguales no solamente en derechos, sino también en
obligaciones, no como ahora que todo el mundo habla de derechos, pero de
obligaciones caca de la vaca flaca.
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