Como habíamos visto en nuestro anterior artículo, las
normas de Owen (1771-1858) eran auténticos disparates. Quizá la que más nos
llama la atención es la redactada en el apartado f): quedarán abolidos el
castigo y la recompensa, ya que el hombre es producto de las circunstancias y
no de su voluntad, no siendo responsable de ninguna acción, lo que conllevará
que no haya virtud ni vicio. Es decir: se considera a la persona nacida en
estado puro, siendo la sociedad la que la pervierte, pero ¡ojo!, la sociedad
causante de la tal perversión es la sociedad que no sea socialista. Con esto se
quiere decir que el comunismo no tiene ese “pecado original”.
Después Owen sigue “analizando” la sociedad y llega a
la conclusión de que los males que produce son por culpa de la propiedad
privada, de la religión y del matrimonio.
Este personaje estableció en Escocia y
posteriormente en América, lo que se denominó la “New Lanard” (localidad de
Escocia) y la “New Harmony”, industrias que fracasaron y en las que intentó
aplicar sus teorías. Su objetivo era “educar” a las masas obreras para “corregir
y hacer desaparecer las taras morales que en ellas causa el capitalismo”. Incluso
llegó a decir que “el socialismo puede apoderarse del mundo, como un
ladrón durante la noche”.
Todo esto, y mucho más, fue adoptado
posteriormente por el comunismo, con alguna que otra modificación. Así, por
ejemplo, como al judío Carlos Marx no le gustó lo de “ladrón”,
lo suprimió del “Manifiesto comunista” por aquello de un
fantasma recorre Europa.
Como decíamos anteriormente, y también en el
anterior capítulo, sus experiencias empresariales en las dos “News” fueron un
auténtico desastre, dándose cuenta de que sus teorías nunca llegarían a buen
término. Pero, claro, siempre hubo “pensadores químicos” que decían que el
experimento oweniano no podía cumplirse porque las masas obreras no
podían liberarse de sus propios medios.
En 1.836 se
publicó “El nuevo mundo moral”, en el que Owen dice en
su introducción:
“Es una lucha entre aquellos que creen que
para su interés y su felicidad individual el hombre debe seguir siendo
mantenido en la ignorancia y ser gobernado, como hasta ahora, por la fuerza y
por el engaño, y aquellos que están convencidos de que para su bien deberá,
desde hoy en adelante, ser regido por la verdad y por la justicia”. Habría
que preguntar a los ciudadanos de la desaparecida URSS lo de estar gobernados
por “la fuerza y el engaño” y “ser regido por la verdad y por la justicia”. A
los cubanos actuales también se les puede preguntar esto ahora mismo, y a los
norcoreanos también.
En el citado libro, Owen agrupa a los seres
humanos en ocho clases o categorías.
Continuará.
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