Carlos Marx ( y I I I
)
A
nuestro entender el concepto de materialismo histórico marxista es un enorme
fraude. Son muchas las razones que pueden oponerse a la farsa de este concepto.
Si se niegan los fines idealistas e ideológicos a los hechos y acontecimientos
históricos, ¿no han ejercido influencia en el acontecer humano el Cristianismo,
el Islamismo (éste en la actualidad de forma pública y notoria), la
Reforma, el Renacimiento, etc, etc? Lo que está clarísimo es que estos
acontecimientos no tienen ningún vínculo materialista.
Todo esto a Marx no le importaba. Decía que el
materialismo histórico no excluye la existencia del pensamiento y de la
conciencia, y aceptaba que el ser humano tiene ideas que actúan con fines
determinados y precisos, pero por el contrario, no cree (y por tanto no
demuestra) que esas ideas, actos y realizaciones estén en el primer plano de
los hechos, si no que son cosas secundarias y producto de las condiciones
materiales.
Dicen los materialistas seguidores del judío
que “quien no se esfuerce por comprender el pasado de un modo
materialista, no podrá comprender ni el pasado”. Afirmación dogmática
preñada de auténtica fe religiosa y, por tanto, sin ninguna demostración.
Como ya se sabe, la concepción materialista
de la Historia es un asunto de filosofía social clara y netamente
marxista que, hablando sinceramente, es puro fanatismo. Pero no hay que caer en
el error de confundirlo con el materialismo que, obviamente, todo lo atribuye a
la materia y que todos los acontecimientos son de origen corpóreo. Sin embargo,
el materialismo histórico significa que toda la vida social se explica por
hechos económicos, debiendo denominarse la tal concepción marxista “concepción
económica de la Historia”.
Después nos espetan de forma gratuita, y con
auténtica fe religiosa también, aquello de que “todos los instrumentos
de producción, la mayor fuerza productiva es la misma clase revolucionaria”.
Al mismo tiempo, Federico Engels también nos espeta: “Las últimas
causas de todas las alteraciones y revoluciones políticas y sociales no han de
buscarse en el cerebro de los hombres, ni en su creciente aspiración a la
verdad y a la justicia, sino en las transformaciones de la producción y del
cambio”.
En una palabra: la base principal del
materialismo histórico marxista no es otra cosa que el concepto de las “fuerzas
productivas”. Este es un subterfugio hábil, que no exime al marxismo de los
muchos puntos débiles que tiene.
En la próxima entrega comentaremos someramente
lo de la lucha de clases y el internacionalismo proletario.
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario