Carlos Marx ( I I )
Seguimos con “El Capital”. Una de las cosas que
se intentaron hacer con esta obra, aparte de ser considerada como la
Biblia del marxismo, fue la de considerarla como un instrumento para
cambiar el pensamiento humano y, también, hacer con ella una “intelectualidad”.
(Conocimos un pedante marxista infumable que decía de sí mismo “tengo
mucho de intelectual”). El asunto era, y es, indigestar a las masas,
desviándolas de otras orientaciones.
Hemos visto “El Capital” en bibliotecas de muchas
personas y, curiosamente, ninguna lo había leído. A lo sumo, lo habían
empezado, pero nunca lo terminaron.
Marx, por medio de este libro, pretendía crear
toda una base “científica”, sobre la cual tenía que ser edificado el mundo:
había que modificar el ser humano para crear “un hombre nuevo” y
crear también un nuevo tipo de civilización con el objetivo de conseguir “el
porvenir radiante de la humanidad”. Lo que nadie dice es que las
contrariedades que sufrió en su vida este judío, se proyectaron en “El
Capital”, en donde se puede ver su filosofía negativista y especulativa. Si
somos sinceros, este libro no resiste el más mínimo examen mirado desde la más
pura lógica, ya que está lleno de sofismas y falacias. Y también de fantasías.
Los tres puntos más importantes del contenido de
esta obra son: 1º).- Materialismo histórico, o lo que es lo mismo, concepción
materialista de la historia. 2º).- Lucha de clases e internacionalismo
proletario y 3º).- Teorías económicas.
Sobre el materialismo histórico, Marx llevado de
su prepotencia, soberbia y doctrinarismo, desdeñó la causa y el origen de
aquello que pretendía estudiar. Es decir, despreció el derecho, la moral, la
filosofía, la religión, la industria, el comercio y un montón de cosas más.
Como puede verse, su plan de trabajo estaba basado en una conveniencia personal
totalmente artificial.
Una de las muchas incoherencias de Marx es la de
que reconoce la existencia de un “ambiente social”. Si esto es así, ¿cómo se
puede prescindir de esto para empezar una nueva “ciencia”? Porque no hay que
perder de vista que la fuerza productiva está formada y constituida por muchas
circunstancias: ciencia, moral, religión, etc, que influyen directamente en la
vida de los humanos creando, incluso, costumbres a nivel colectivo e
individual.
Visto esto, el materialismo histórico marxista
es totalmente absurdo, y además viene a ser un estrujamiento y retorcimiento de
teorías pre-marxistas, lo que hace que, prácticamente, no haya casi nada
original en la obra de Marx, convirtiéndose en un gran recopilador.
Por otra parte, la definición de fuerza
productiva no es ni concreta ni lógica, ya que no admite que la ciencia natural
sea un producto y no una causa de la evolución histórica. Este es uno de los
muchos puntos débiles de la teoría marxista. Dice el judío que la ciencia
natural es independiente. Si esto es así, ¿se puede prescindir de la filosofía
que, como es sabido, va íntimamente ligada a la ciencia? Esta contradicción le
importa un bledo, dos cominos y tres dídimos a Marx. La falacia “ingnoratio
elenchi” ( I ) queda aquí manifiesta. Y como no lo puede explicar, la
soslaya, aunque luego vendrán los dogmáticos marxistas que, con su prepotencia
y pedantería, encuadrarán todo el acontecer humano en el concepto de “fuerzas
productivas”.
Una de las frases más “geniales” de su obra es
la de “lo ideal no es más que lo material, transformado en la cabeza
del hombre”. Y se quedó tan tranquilo. Lo peor es que ha
sido admitida a pies juntillas porque, claro, para eso está el sofisma “ad
verecundiam”, oiga, es decir, lo dijo Blas, punto redondo.
( I ).- “Ignoratio elenchi” es una falacia, un
razonamiento falso, que puede traducirse por “ignorancia de la causa”. Pretende
demostrar y probar de forma intencionada, distrayendo al “pueblo soberano”,
sobre asunto o asuntos que nada tienen que ver con el tema que se está
tratando, pero que tienen cierta relación y analogía, desviando la atención
para confundir al interlocutor, al oyente, al auditorio, a la concurrencia, es
decir, al “pueblo soberano”
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario