Uno de los conceptos más usados, y generalmente mal
interpretados y distorsionados, sobre todo por los de la internacional de la
mentira, del odio y del terror, es el de la libertad. No se concibe como en
regímenes totalitarios, y en dictaduras teocráticas, como en Cuba, en Corea del
Norte o en cualquier país islámico, se pueda hablar de libertad.
Como es sabido, aunque muchos lo ignoren por las
razones que sean, la libertad es la aptitud y capacidad que tienen las personas
para decidir sus actos y compromisos de forma individual y autónoma, sin verse
forzadas a cambiar sus actos y pensamientos por mor de presiones políticas,
sociales o religiosas, aunque en países tales como los mencionados y en otros,
las personas no son conscientes de que están siendo manipuladas, creyendo a
pies juntillas que tienen libertad. De esta manipulación se encargan los “mass-media”
que, bajo sus diferentes aspectos, ya sean revistas, pasquines, fotografías, y
sobre todo el “ente”, hacen que el “pueblo soberano” sólo piense en lo intrascendente
y en lo superfluo.
Por otra parte, está Internet que, si bien es un medio
excepcional para todo tipo de comunicación, está creando, sobre todo en la
juventud, auténticos prisioneros de la red y “telefonópatas”, incapaces de
pensar por ellos mismos y pendientes sólo de lo que se les diga a través de las
“redes sociales”.
A estos prisioneros de la red sólo se les transmiten
las palabras e imágenes que interesan para formar la “opinión pública”, todo
ello adobado de pleonasmos y de miríficas demagogias y logomaquias por los
“comunicadores”, auténticos truchimanes del vocabulario y del lenguaje, la
mayoría de las veces destructivo, dando origen a una uniformidad y a un
conformismo mental impropio de una verdadera sociedad democrática.
Todo esto lleva al desconocimiento de conceptos y al
uso indebido de palabras, limitando la capacidad de pensamiento, y por tanto,
la carencia y ausencia de la verdadera libertad por mor de ese adulterado
lenguaje, que aparece con grandes titulares en dichos “mass-media” como
auténticos estandartes propagandísticos en beneficio de ciertas ideologías
decimonónicas, caducas y trasnochadas.
En cierta ocasión hemos leído lo que ya decía Confucio
cinco siglos a. de C., en el caso de que llegase al poder político:
“Mejoraría
el lenguaje, pues cuando no se habla con propiedad no concuerda lo que se dice
con lo que se piensa. No se debe tolerar la arbitrariedad en las palabras”.
Continuará.
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