domingo, 17 de diciembre de 2023

“Arbol de odio”


 

Así se intitula el libro del catedrático de Historia de España y de Latinoamérica en la Universidad de California, Philip W. Powell, ediciones Iris de Paz 1991,  264 páginas.

La obra no tiene desperdicio. Nos cuenta el origen de la “leyenda negra” contra nuestra Patria, más concretamente contra nuestra historia, que han originado todas esas opiniones llenas de odio y de difamaciones, que aún siguen perviviendo en determinados países y en determinadas ideologías, y que también siguen influyendo en determinados grupos “intelectuales” y en determinados intelectualillos marxistas de medio pelo que, mintiendo, dicen que a “patriota no me gana nadie”, afirmando después que es “internacionalista”.

 Lo incongruente del caso de estos intelectualillos es que se jactan de luchar contra prejuicios de raza, color, religión, etc, y son incapaces de quitarse la coraza de la leyenda negra.

 Nos cuenta el autor que la hispanofobia, que se propagó extraordinariamente durante los siglos XVI y XVII, tuvo su origen entre franceses, italianos, alemanes y judíos, aprovechándose de la aparición de la imprenta.

 Nos enumera algunos de los campeones del odio contra España: Bartolomé de las Casas, Francis Drake, Teodoro Roosevelt, Harry Truman, etc, etc. También destaca el odio anglo-holandés hacia Felipe II.

 Este odio a España, trajo también como consecuencia el dogmatismo anticatólico por el mero hecho de ser España de tal confesión.

 Toda esta propaganda antiespañola está dirigida por esos intelectualillos que se entregan de forma cerril y dogmática a una causa y que pululan por ciertos medios de comunicación intentando moldear el pensamiento de los demás. Intentan manufacturar prejuicios populares recurriendo a toda clase de mentiras.

 Se puede sacar la conclusión de que tal leyenda atacaba a España porque una vez unificada al terminar la Reconquista y posteriormente descubrir América, se iba a convertir en el árbitro mundial durante casi trescientos años y, claro, esto no se podía consentir.

 En fin, y como siempre, libro recomendado. Sobre todo para ciertos “historieteros” y “catedraticoides” de lo políticamente correcto.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog