Así se intitula el libro
del catedrático de Historia de España y de Latinoamérica en la Universidad de
California, Philip W. Powell, ediciones Iris de Paz 1991, 264 páginas.
La obra no tiene
desperdicio. Nos cuenta el origen de la “leyenda negra” contra nuestra Patria,
más concretamente contra nuestra historia, que han originado todas esas
opiniones llenas de odio y de difamaciones, que aún siguen perviviendo en
determinados países y en determinadas ideologías, y que también siguen
influyendo en determinados grupos “intelectuales” y en determinados
intelectualillos marxistas de medio pelo que, mintiendo, dicen que a “patriota
no me gana nadie”, afirmando después que es “internacionalista”.
Lo incongruente del caso
de estos intelectualillos es que se jactan de luchar contra prejuicios de raza,
color, religión, etc, y son incapaces de quitarse la coraza de la leyenda
negra.
Nos cuenta el autor que
la hispanofobia, que se propagó extraordinariamente durante los siglos XVI y
XVII, tuvo su origen entre franceses, italianos, alemanes y judíos,
aprovechándose de la aparición de la imprenta.
Nos enumera algunos de
los campeones del odio contra España: Bartolomé de las Casas, Francis Drake,
Teodoro Roosevelt, Harry Truman, etc, etc. También destaca el odio
anglo-holandés hacia Felipe II.
Este odio a España,
trajo también como consecuencia el dogmatismo anticatólico por el mero hecho de
ser España de tal confesión.
Toda esta propaganda
antiespañola está dirigida por esos intelectualillos que se entregan de forma
cerril y dogmática a una causa y que pululan por ciertos medios de comunicación
intentando moldear el pensamiento de los demás. Intentan manufacturar prejuicios
populares recurriendo a toda clase de mentiras.
Se puede sacar la
conclusión de que tal leyenda atacaba a España porque una vez unificada al
terminar la Reconquista y posteriormente descubrir América, se iba a convertir
en el árbitro mundial durante casi trescientos años y, claro, esto no se podía
consentir.
En fin, y como siempre,
libro recomendado. Sobre todo para ciertos “historieteros” y “catedraticoides”
de lo políticamente correcto.
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