domingo, 31 de diciembre de 2023

La verdadera Historia, no la “memocrática” ( L X X V )


 

Y seguimos con la influencia soviética sobre la II República española que, como ya hemos dicho varias veces, se sigue omitiendo por los “historieteros” de ahora.

Como decíamos en la anterior entrega, vamos a comentar algo sobre el libro de César Vidal “Las Brigadas Internacionales”, Ediciones Espasa Calpe, Madrid 1998, 637 páginas.

 Evidentemente, de César Vidal no comentaremos nada. Ya se sabe todo de él con sus 130 libros escritos y su curriculum que ya lo quisieran para sí muchos de sus señorías y “señoríos”.

El citado libro es otro de tantos ignorados y “secuestrados” por lo políticamente correcto. Sería muy recomendable que lo leyese el “pueblo soberano”, pero, claro, esto es mucho pedir.

Como todos los libros escritos por César Vidal están sobradamente documentados, este no podía ser menos: los archivos soviéticos y los de la Komintern han sido sus fuentes, lo que lo convierte en una obra veraz y desmitificadora.

Uno de los puntos esenciales del citado libro es que la decisión de formar la brigadas internacionales fue obra de Stalin, decisión tomada en setiembre de 1.936 a los dos meses de estallar la guerra. Los observadores de la Komintern se dieron cuenta de que el Frente Popular no podía ganar la guerra sin una ayuda militar. Esto fue lo que convenció al gran criminal Stalin.

Las brigadas no vinieron a España para salvar la república, como machaconamente se nos dice, y que eran unos idealistas: vinieron a España a cumplir las órdenes de Stalin y largarse cuando éste lo ordenó al firmar el pacto con Hitler, pacto que, como ya se sabe, parece que se ha borrado de la historia.

Otro punto esencial del libro es que se consideraba a los brigadistas como un elenco de novelistas, poetas y artistas, porque ni Hemingway, ni Malraux, ni Koesteler, ni Orwell fueron brigadistas. Hay un dato curioso sobre Hemingway que prácticamente no se comenta, y es que este sujeto se emborrachaba en los hoteles más lujosos del Madrid de aquel entonces.

De Malraux sólo se puede decir que fue un piloto mercenario y que desengañado del comunismo fue ministro con De Gaulle, como se recordará.

Otro asunto que nos cuenta el libro es la condición de los sujetos que componían dichas brigadas: no tenían disciplina, muchos eran ladrones, violadores, desertores, etc. El mismísimo “carnicero de Albacete” André Marty, confiesa que no tuvo más remedio que fusilar a 500 brigadistas por indisciplina, metiendo en la cárcel a otros 5.000.

Una vez terminada la guerra, los brigadistas siguieron como sicarios de la tiranía soviética, como lo demuestra el hecho de que muchos se destacaron por su ferocidad en la represión contra el levantamiento de Hungría en 1.956 y posteriormente en la primavera de Praga de 1.968.

En el “cuadro de honor” de estos brigadistas, destaca el ruso Mijail Kolstov que, junto a Santiago Carrillo, fueron los responsables máximos de las matanzas de Paracuellos y Torrejón. También “destacan” Luigi Longo que fue secretario del partido comunista italiano allá por los años sesenta. El ya mentado André Marty que, además de asesino, era ladrón de los propios fondos de las brigadas. Posteriormente se fue a la Unión Soviética, en donde llegó a un alto puesto en la Konmintern, siendo expulsado posteriormente del partido comunista francés en el año 1.953.

Otro del “cuadro de honor” fue Walter Ulbricht, que colaboró con la NKVD y fue delator, chivato y torturador. Posteriormente fue secretario del partido comunista de la Alemania oriental.

En fin, hay más personajes tristemente célebres.

Lo peor del asunto es que estos sicarios del comunismo internacional y de la tiranía soviética, el gobierno del PP, como recordarán ustedes, los ha hecho en su día héroes de la libertad, concediéndoles la nacionalidad española y pensión por antiguos combatientes ¿Para qué vamos a decir más?

 

Próximamente comentaremos otro libro del mismo título “Las Brigadas Internacionales”, autor Jacques Delperrie de Bayac, Ediciones Júcar, Madrid 1980, 392 páginas.

¿Figurará algo de esto en la memoria democrática de Su Sanchidad y de Sor Yolanda?

 Continuará.



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