Y seguimos con la influencia soviética sobre la
II República española que, como ya hemos dicho varias veces, se sigue omitiendo
por los “historieteros” de ahora.
Como decíamos en la anterior entrega, vamos a comentar algo sobre el libro de César Vidal “Las Brigadas Internacionales”, Ediciones Espasa Calpe, Madrid 1998, 637 páginas.
El citado libro es otro de tantos ignorados y “secuestrados” por lo políticamente correcto. Sería muy recomendable que lo leyese el “pueblo soberano”, pero, claro, esto es mucho pedir.
Como todos los libros escritos por César Vidal están sobradamente documentados,
este no podía ser menos: los archivos soviéticos y los de la Komintern han sido
sus fuentes, lo que lo convierte en una obra veraz y desmitificadora.
Uno de los puntos esenciales del citado libro es que la decisión de formar la
brigadas internacionales fue obra de Stalin, decisión tomada en setiembre de
1.936 a los dos meses de estallar la guerra. Los observadores de la Komintern
se dieron cuenta de que el Frente Popular no podía ganar la guerra sin una
ayuda militar. Esto fue lo que convenció al gran criminal Stalin.
Las brigadas no vinieron a España para salvar la república, como machaconamente
se nos dice, y que eran unos idealistas: vinieron a España a cumplir las
órdenes de Stalin y largarse cuando éste lo ordenó al firmar el pacto con Hitler,
pacto que, como ya se sabe, parece que se ha borrado de la historia.
Otro punto esencial del libro es que se consideraba a los brigadistas como un
elenco de novelistas, poetas y artistas, porque ni Hemingway, ni Malraux, ni
Koesteler, ni Orwell fueron brigadistas. Hay un dato curioso sobre Hemingway
que prácticamente no se comenta, y es que este sujeto se emborrachaba en los
hoteles más lujosos del Madrid de aquel entonces.
De Malraux sólo se puede decir que fue un piloto mercenario y que desengañado del
comunismo fue ministro con De Gaulle, como se recordará.
Otro asunto que nos cuenta el libro es la condición de los sujetos que
componían dichas brigadas: no tenían disciplina, muchos eran ladrones,
violadores, desertores, etc. El mismísimo “carnicero de Albacete” André Marty,
confiesa que no tuvo más remedio que fusilar a 500 brigadistas por
indisciplina, metiendo en la cárcel a otros 5.000.
Una vez terminada la guerra, los brigadistas siguieron como sicarios de la
tiranía soviética, como lo demuestra el hecho de que muchos se destacaron por
su ferocidad en la represión contra el levantamiento de Hungría en 1.956 y
posteriormente en la primavera de Praga de 1.968.
En el “cuadro de honor” de estos brigadistas, destaca el ruso Mijail Kolstov
que, junto a Santiago Carrillo, fueron los responsables máximos de las matanzas
de Paracuellos y Torrejón. También “destacan” Luigi Longo que fue secretario
del partido comunista italiano allá por los años sesenta. El ya mentado André
Marty que, además de asesino, era ladrón de los propios fondos de las brigadas.
Posteriormente se fue a la Unión Soviética, en donde llegó a un alto puesto en
la Konmintern, siendo expulsado posteriormente del partido comunista francés en
el año 1.953.
Otro del “cuadro de honor” fue Walter Ulbricht, que colaboró con la NKVD y fue
delator, chivato y torturador. Posteriormente fue secretario del partido
comunista de la Alemania oriental.
En fin, hay más personajes tristemente célebres.
Lo peor del asunto es que estos sicarios del comunismo internacional y de la
tiranía soviética, el gobierno del PP, como recordarán ustedes, los ha hecho en
su día héroes de la libertad, concediéndoles la nacionalidad española y pensión
por antiguos combatientes ¿Para qué vamos a decir más?
Próximamente
comentaremos otro libro del mismo título “Las Brigadas Internacionales”,
autor Jacques Delperrie de
Bayac, Ediciones Júcar, Madrid 1980, 392 páginas.
¿Figurará algo de esto en la memoria democrática
de Su Sanchidad y de Sor Yolanda?
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