Vamos a ver ciertos personajes
mitológicos. Algunos de ellos podrían “vivir” en estos tiempos sin ningún
problema. También veremos palabras, e
incluso frases, que se usan hoy día y cuyo origen son nombres de la mitología. Aclararemos
que la citada mitología a la que hacemos referencia es la griega, y en algunos
casos la romana.
Parcas.- Eran tres deidades que
personificaban el destino. En la mitología romana se llamaban Nona, Décima y
Morta. En la griega se denominaban Cloto, Láquesis y Átropos, las cuales tenían
una misión concreta. Así, Cloto era la que hilaba; Láquesis, la que
devanaba y Átropos la que cortaba el hilo de la vida de las personas. De
aquí viene la acepción de la palabra parca, que según el diccionario de los
“inmortales” de la RAE, significa muerte o cesación de la vida.
En la mitología romana Nona representaba el nacimiento, Décima el
matrimonio y Morta la muerte. Las tres tejían e hilaban lana blanca,
mezclándola con hilos de oro y con otros de lana negra. El significado era que
los hilos de oro representaban los momentos felices de la vida, y los de negro
los momentos amargos.
Su poder eral tal, que hasta incluso algunos dioses las temían, como era el
caso de Júpiter, que estaba bajo el poder de estas deidades. La característica
principal era que predecían el destino de las personas
escribiéndolo en un gigantesco muro de bronce, escritura que absolutamente
nadie podía borrar.
Paris.-
Era hijo de Príamo y de Hécuba, conociéndosele con el apodo de “El de la
hermosa figura”. (Recordar que muchos personajes y deidades tenían apodos como
Aquiles, “El de los pies ligeros”, que había participado en la guerra de
Troya).
Hécuba, que era reina de Troya, durante el embarazo de Paris había tenido un
sueño según el cual pariría una antorcha que prendería fuego a toda la ciudad.
Paris, que aún no había venido al mundo, tenía un hermanastro, Ésaco, que tenía
la virtud de interpretar los sueños, diciendo a los padres que tenían que
abandonar a la criatura que iba a nacer. Príamo ordenó a un criado, de nombre
Agelao, que dejase abandonado a Paris en un monte. Al criado le dio pena, y
recogió a Paris criándolo como si fuera su propio hijo.
Cuando fue mayor, raptó a Helena, acto que causó la guerra de Troya.
Aquí conviene recordar lo de “la manzana de la discordia”, que era simplemente
una manzana dorada, que la diosa Eris (en la mitología griega era la diosa de
la discordia, nombre este derivado de Discordia, que era su equivalente en la
mitología romana), había seleccionado para entregársela a la más bella de las
asistentes a la boda de Peleo, padre de Aquiles, y Tetis, madre delas
ninfas Ocenánides. Tal circunstancia encendió una gran disputa entre Atenea,
Afrodita y Hera, siendo esta disputa otro de los motivos que desencadenarían la
guerra de Troya.
Como ya sabrán, la frase “manzana de la discordia” es una expresión suave de
ciertas ideas que si se expresasen de forma sincera y franca, se haría de forma
poco agradable e incluso mal sonante. Un eufemismo, vaya.
Continuará.
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