Como decíamos en la anterior entrega, en ésta y en las
próximas, comentaremos algo sobre la historia de los nacionalismos, que no han
traído más que violencia.
Como ya saben, unir las regiones de la península ha
sido, y es, muy difícil, por no decir imposible. Ni la misma Roma, ni los
visigodos lo lograron. Incluso bereberes y árabes, en cuyas manos cayó
prácticamente toda la extensión peninsular, tuvieron que admitir y tolerar la
existencia de estados cristianos.
Como también saben, el Califato de Córdoba se
derrumbó, lo mismo que el Norte que, no habiendo caído bajo la bota árabe, se
desarrollaba de varias formas. Bien es verdad que Galicia, Asturias, León,
Navarra y Aragón tuvieron de forma pasajera cierta unidad, pero la mayoría de
estas regiones, por no decir todas, fueron auténticos estados independientes
durante la Edad Media.
Castilla fue la que tuvo más desarrollo ya que, nacida
de Asturias y León, ocupaba el centro de la península, avanzando sus conquistas
hacia Cartagena, Murcia, Córdoba, Sevilla y Cádiz, aunque este estado tampoco
pudo hacer mucho por su unidad.
Navarra fue gobernada durante más de doscientos años
por gente francesa, mientras que Aragón se unió a Barcelona, siendo el origen
de ésta un condado franco. Esta unión les permitió apoderarse de grandes
extensiones no solamente de Levante y
Baleares, sino también de Sicilia y Nápoles.
Como es sabido también, sólo el matrimonio entre
Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1479, sentaron las bases para el
comienzo de un nuevo período, trillando el camino para la conquista del último
reducto moro de Granada en 1492, conduciendo por fin a la unión de todas las
regiones de España.
Si bien es verdad que la unidad total del nuevo Estado
aún estaba en ciernes, tanto los Reyes Católicos como el Cardenal Cisneros
pusieron todo su esfuerzo y empeño para conseguirla, aplicando dos medidas
importantes:
a).- Creación de la Santa Hermandad para el
mantenimiento del orden público, y
b).- el decreto de marzo de 1492 por el que se
expulsaba a los moros y a los judíos que no quisieran ser cristianos.
La unidad del reino quedó servida, a la vez que en
todo el territorio imperaba el cristianismo.
Y así estaban las cosas, cuando surgió la empresa de
Colón, con la conquista americana, surgiendo asimismo las guerras religiosas
europeas.
Continuará.
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