lunes, 11 de diciembre de 2023

“La ruta del odio. 100 respuestas claves sobre el terrorismo”. ( y I I I)


 

Y terminamos con este extraordinario y magnífico libro.

En el capítulo VII, intitulado “Antecedentes e historia”, página 179, Vaquero Oroquieta nos habla de la historia del terrorismo que, según expertos en el tema, parece que los antecedentes más remotos se remontan a la secta de los “asesinos”. También nos dice el autor que la palabra “asesino” procedería del árabe hashashin, que significa fumador de hachís.

En la página 236, dentro del capítulo VIII “Islam y terrorismo”, se lee:

“A partir de las escuelas reformistas, plurales y en ocasiones sin una autoridad central, han surgido otras más extremistas que radicalizan su discurso con otros ingredientes: el Islam es víctima de una conspiración judía y cristiana y Occidente es enemigo declarado del Islam: un gobierno musulmán es legítimo en tanto aplique estrictamente la sharia; cristianos y judíos son considerados infieles, no pueblos del Libro; todos los que se resisten al Islam, ya sean musulmanes o no, son enemigos de Dios y merecen ser castigados con rigor”.

Posteriormente, en las páginas 272 y 277, se habla del terrorismo español de ETA y GRAPO, grupos que actuaban “compartiendo ambos algunos presupuestos ideológicos y estratégicos derivados de la teoría y práctica marxista-leninistas en su versión maoísta”.

Como medicina contra el terrorismo, nos dice Vaquero Oroquieta en la página 354:

“La sociedad civil tiene que hacer oír su voz cuando sufre cualquier tipo de agresión, y debe participar en política a través de los cauces legales establecidos. Por ello, si es objeto de acciones terroristas, debe movilizarse,  en primer lugar y en todo caso, apoyando a sus víctimas: acompañándolas, reconociendo su dolor, facilitando su inserción social y homenajeándolas; teniéndolas siempre presentes, y escuchándolas. La sociedad civil nunca puede dar la espalda a unas víctimas que todo lo dieron, poniendo rostros concretos al dolor causado por los terroristas utópicos”.

Y terminamos con lo que el autor nos dice en la página 390:

“Pero, como conclusión final – y tratando de no caer en paralizantes catastrofismos y alarmismos suscitados por el temor al posible acceso de los terroristas a armas de destrucción masiva – insistiremos en que sólo es posible un camino para las sociedades modernas retadas por el terrorismo. Que no es otro que el marcado por una lucha sin desmayo contra todas sus formas, con una decidida voluntad de victoria desde valores firmes,  con la esperanza en un posible cambio personal de los terroristas suscitado por encuentros rehumanizadores, siempre apoyado en los recursos lícitos del estado de derecho y los imprescindibles instrumentos de la cooperación internacional. Para derrotar al terrorismo, para desterrar al odio. Amén”.

Como ya hemos dicho, recomendamos leer este magnífico libro.



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